En su primera etapa de vida, La Nación fue un diario que se abrió espacio entre los periódicos de la época, en un momento en que se producía una transformación de la prensa que se caracterizó por el cambio hacia un modelo en el que predominaba lo informativo por sobre la difusión doctrinaria y partidista, proceso que diversificó el "campo periodístico" con "la aparición de nuevos formatos y géneros" (Santa Cruz, Eduardo. "El campo periodístico en Chile a comienzos del siglo XX". Periodismo y sociedad. Número 14, 2003, p. 4).

El diario La Nación fue una empresa periodística fundada el 14 de enero de 1917 por un grupo de parlamentarios liberales, liderados por Eliodoro Yáñez Ponce de León (1860-1932). La labor de este empresario fue relevante para el establecimiento del diario en el campo periodístico, tanto por sus decisiones editoriales como por el apoyo económico que le brindó. Para Yáñez, el perfil del medio se centraba en presentar "cuestiones de interés público, en materia económica, internacional o en cuestiones sociales" (Yáñez, Eliodoro en Edwards, Agustín. "Algo sobre La Nación". Elogio de don Eliodoro Yáñez. Santiago: Imprenta Universitaria, 1933, p. 25).

En sus comienzos, La Nación tuvo que hacerse espacio para lograr competir entre otros grandes medios que tenían ya experiencia y habían sido fundados a inicios del siglo XX, El Mercurio de Santiago (1900-) y El Diario Ilustrado (1902-1970).

Si bien una de las principales intenciones de los fundadores de La Nación fue representar en sus páginas las ideas y opiniones de un grupo importante de personas al interior del liberalismo chileno, tanto Eliodoro Yáñez como sus compañeros tuvieron la certeza de que era necesario dar también un impulso noticioso, periodístico y de opinión a su diario. Tras el término de las campañas electorales de 1917, La Nación se posicionó rápidamente como uno de los órganos más representativos del periodismo moderno.

Para ello, su cuerpo se dividió en diferentes secciones especializadas, caracterizadas por su variado contenido. Los artículos de estas secciones estuvieron abiertos a voces de todos los ámbitos y trataron temas tan diversos como la política nacional, los problemas sociales, las movilizaciones obreras, la cultura nacional y extranjera, las informaciones del exterior e incluso los deportes. Estas dos últimas secciones gozaron de gran popularidad entre el público (Silva Castro, Raúl. Prensa y Periodismo en Chile (1812-1956). Santiago: Ediciones Universidad de Chile, 1958). En ese sentido, La Nación "marcó una de las etapas más brillantes del periodismo chileno durante todo el tiempo que fue diario independiente. (…) Renovó los conceptos fundamentales hasta entonces en boga en el periodismo, colocándose de golpe en el primer lugar de la prensa nacional" (Valdebenito, Alfonso. Historia del periodismo chileno (1812-1955). Santiago, 1956, p. 72).

Además de la variedad de sus secciones, La Nación se caracterizó por contar con un equipo de colaboradores, redactores y corresponsales con experiencia. Según Raúl Silva Castro (1903-1970), "la norma establecida por el señor Yáñez era la mayor libertad para el redactor: cada uno tocaba la cuerda de su predilección y empleaba el tono de su gusto, sin que la dirección se avanzara (sic) a otra cosa que a dar instrucciones generales" (Prensa y periodismo en Chile. Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1958, p. 383).

Entre sus colaboradores frecuentes se encuentran los nombres de Inés Echeverría Bello (1868-1949), quien participó en el medio desde 1917 con columnas dominicales sobre temas variados, como crónicas de la vida social de la élite, críticas de teatro y de libros y fragmentos de su diario de vida. También Joaquín Edwards Bello (1887-1968) fue un colaborador habitual. Su participación en La Nación se desarrolló principalmente por medio de la crónica, en la que abordó asuntos diversos con un tono polémico e irónico. Si bien estas dos figuras ya eran reconocidas en el ámbito cultural del país, el caso de Alone (1891-1984) -otro colaborador regular del medio- marcó un hito relevante pues La Nación fue el medio en el que publicó sus primeras crónicas literarias de manera profesional, las que lo situaron como una figura de referencia en el ámbito de la crítica literaria.

Durante la década de 1920, en La Nación se difundieron las vanguardias artísticas, tarea que Juan Emar (1893-1964) encabezó con diferentes iniciativas en el periódico. En 1923, aparecieron los primeros escritos del autor sobre arte y ya hacia finales de ese año se dio inicio a la sección "Notas de arte", que dirigía el mismo Emar en conjunto con otros artistas. En 1925, se dio cobertura al Salón de Junio, en cuya muestra participó el Grupo Montparnasse, se presentaron obras de artistas vanguardistas europeos y también caligramas de Vicente Huidobro (1893-1948). Desde Francia, Emar continuó con la difusión de las vanguardias en La Nación liderando las secciones "Notas desde París" y "La Nación en París".

En 1927, La Nación se convirtió en el medio oficial del Estado de Chile, expropiado por la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1877-1960), período en que además de ser un diario informativo, se transformó en la vitrina que tuvo este régimen para difundir y publicitar su gobierno, su relación con la sociedad y los otros poderes del Estado, además de posicionar a Ibáñez como una figura preponderante, autoritaria y centro del poder.

Desde 1931, año en que terminó el régimen de Ibáñez, La Nación retomó su rol de medio informativo abandonando la propaganda política, aunque se mantuvo como diario vinculado al Estado y sus gobiernos posteriores.

Minisitio desarrollado en colaboración con el Centro Nacional de Patrimonio Fotográfico de la Universidad Diego Portales (Cenfoto-UDP). Julio de 2021.