Fundado el 31 de marzo de 1902 por Ricardo Salas Edwards, El Diario Ilustrado inauguró el periodismo moderno en Chile, junto a otros periódicos de la época como El Mercurio. También es reconocido por ser el primer periódico en integrar la novedosa técnica del fotograbado, ampliando de esta manera el imaginario visual que se tenía de Chile y su realidad. A través de las fotografías publicadas por el diario, entre las que sobresalían personajes famosos, también se revelaron algunas escenas de la llamada "cuestión social" que poco tiempo atrás había aflorado como tema de la agenda nacional debido a las denuncias de varios sectores intelectuales y profesionales. Por otro lado, la fotografía abrió una ventana que miraba a la cotidianidad de la vida urbana, potenciada con la crónica del día a día.

En sus inicios, El Diario Ilustrado pretendió no adherirse a las luchas y pasiones partidistas ni tener propósitos políticos preconcebidos, al autoproclamarse como un periódico independiente. En el primer número, su director anunciaba en la corta editorial que "como órgano independiente en el campo de la publicidad, defenderá la verdad y la justicia donde quiera que se encuentren. Vivirá lejos de la lucha ardiente de los partidos y jamás encontrará cabida en sus columnas ninguna censura de carácter personal".

En su primer año de publicación el diario no fue muy rentable por lo que se intentó aumentar su precio de 5 a 10 centavos, lo que provocó la huelga de los suplementeros, incidente documentado por el mismo medio. Ricardo Salas decidió vender el diario en 1903 a los propietarios de La Unión de Valparaíso, y pocos meses después fue adquirido por la sociedad compuesta por Joaquín Echeñique y Alberto y Nicolás González Errázuriz, pertenecientes al Partido Conservador. La orientación inicial del periódico cambió radicalmente, aunque continuó apelando a la objetividad.

Los nuevos propietarios le dieron un impulso decidido al diario y contrataron a Misael Correa Pastene como director, quien le otorgó el carácter que se mantuvo hasta el fin de sus días. Se fomentó su potencial como empresa periodística, es decir, se aumentó su tiraje, que pasó de 2.000 ejemplares en su primer año a 300.000 en 1908, con 8 o 12 páginas. Se incorporó un suplemento semanal e ilustraciones diarias de la actualidad, y se amplió el espacio para la publicidad y la propaganda, ambos elementos que se convirtieron en el sostén económico de la prensa escrita, como sucede en la actualidad.

Para entonces eran sus colaboradores principales: Julio Zegers, Paulino Alfonso, Jorge Boonen Rivera, César Silva Cortés, Alfonso Gumucio y Alejandro Silva de la Fuente. Desde ese momento en adelante, El Diario Ilustrado se fue convirtiendo poco a poco en un fortín de defensa del pensamiento conservador y desde esa tribuna alentó apasionados debates sobre la política nacional y los males que aquejaban a la República. Este cambio de dirección se evidenció en la férrea oposición hacia el gobierno de Arturo Alessandri (1920-1924), época en la que destacó la pluma de Joaquín Díaz Garcés en la editorial del diario, divulgando su franca animadversión a dicho gobierno.

En 1920 El Diario Ilustrado fue vendido a la Sociedad Periodística de Chile, que estuvo a cargo del periódico hasta el final de su publicación. La Sociedad estuvo presidida en ese momento por Francisco Hunneus Gana, y su director era Luis Silva Silva.

Durante 1927 y bajo la dirección de Rafael Luis Gumucio, el diario debió disminuir su tiraje a 100.000 ejemplares debido a la censura impuesta por el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), administración frente a la cual el diario manifestaba su antagonismo. No obstante, El Diario Ilustrado continuó informando acerca de la situación nacional. Esta rebeldía ameritó que tanto el director del diario, Rafael Gumucio, como también algunos redactores, fueran deportados fuera del país; amenazas ante las que otros directores cedieron, por ejemplo, Eliodoro Yáñez Ponce de León (1860-1932) con la venta forzada de La Nación. En esta época de pasión política, el diario contó además con las mordaces caricaturas de Jorge Délano.

En 1952, al cumplir 50 años, el diario publicó una edición especial de 150 páginas con el recuento de sus cinco décadas de existencia.

Bajo la dirección de Alejo Lira Infante, y luego de apoyar la candidatura de Jorge Alessandri, El Diario Ilustrado cerró el 23 de octubre de 1970 tras el triunfo de Salvador Allende. Dados sus casi 70 años de existencia, El Diario Ilustrado constituye una fuente preciada de la Historia chilena. Gracias a la riqueza de su material gráfico y escrito, sus páginas permiten acercarnos a las vicisitudes de una época.