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Los jueves de Joaquín Edwards Bello

Desde su adolescencia Joaquín Edwards Bello manifestó un especial interés por el periodismo, participando en la creación y redacción de revistas como La Juventud (1901), junto a sus compañeros Alberto Díaz Royas y Cayetano Cruz-Coke, y El Pololo: Al que le pique que se rasque (1902) (Piña, Juan Andrés. "Rezongón, escéptico, irónico". Apsi. Número 239, del 15 al 21 de febrero de 1988, p. 48). Posteriormente escribió artículos para revistas y diarios como Pluma y Lápiz (1900-1904) y La mañana (1910). En 1914 editó una revista llamada La Franqueza: lo que no se dice.

Durante la Primera Guerra Mundial se desempeñó como corresponsal de guerra para periódicos nacionales e internacionales. De regreso a Chile, su experiencia como reportero y su producción novelística le aseguraron el ingreso como editor y redactor del diario La Nación, periódico fundado en 1917 por Eliodoro Yáñez Ponce de León (1860-1932), padre de Juan Emar (1893-1964).

La opinión de Edwards Bello gozaba de la tribuna que le brindaban varios medios a lo largo del país, como La Patria de Concepción, El Correo de Valdivia y el vespertino Los Tiempos, bajo el seudónimo de Capitán o Mayor Araya. En el diario La Nación, Edwards Bello escribió crónicas desde 1921, en "Los jueves de Joaquín Edwards Bello", sección en la que abordó múltiples temas: la política nacional, la cultura, los problemas sociales y hasta sus viajes a Europa.

Según Raúl Silva Castro (1903-1970), la escritura de Joaquín Edwards era uno de los principales motivos por los que parte de la población leía el diario La Nación. Respecto a su forma de trabajo señaló que "posee un archivo de recortes de estupenda riqueza, que le permite resucitar episodios olvidados y precisar fechas ciertas de acontecimientos que el público naturalmente tiene ya fuera de la memoria. Lo que hace, y muy a sus anchas, es deformar la realidad con las reacciones de su temperamento, el cual es brusco y cambiante, amigo de la paradoja y nada coherente. Emite doctrinas y teorías, ensaya explicaciones a los hechos triviales de la actualidad, y logra así atisbos de sorprendente variedad emocional, cuando no también ideológica" (Silva Castro, Raúl. Prensa y Periodismo en Chile (1812-1956). Santiago: Ediciones Universidad de Chile, 1958, p. 380).

En el periodo que va desde mediados de 1926 hasta 1928, Edwards dejó de publicar sus columnas debido a las presiones de Pablo Ramírez y Carlos Dávila Espinoza (1887-1955), quienes ayudaron a Carlos Ibáñez del Campo (1877-1960) a adquirir La Nación para convertirlo en diario oficial de gobierno, aunque volvió posteriormente.

Pese a que la razón de ser de la crónica, a su juicio, estaba en la inmediatez de la contingencia, sus escritos comenzaron a ser reunidos y publicados a partir de 1964, gracias a la labor compilatoria de Alfonso Calderón (1930-2009).