Pedro Nolasco Cruz Vergara fue conocido, principalmente, por su trabajo como crítico literario, aunque también publicó novelas y cuentos durante su juventud. Su actividad crítica -llevada a cabo entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX- fue reconocida por su carácter erudito, así como por su "áspera franqueza", que en varias oportunidades ocasionó controversias (C. V. L. "Pedro Nolasco Cruz". La prensa austral. Punta Arenas, 18 de abril de 1980, p. 3).

Según Raúl Silva Castro (1903-1970), sus estudios acerca de literatura -"perspicaces, agudos"- procuraron "penetrar hasta lo más íntimo en el pensamiento de los autores para dejar en claro cómo procedían en la creación de sus obras" (Silva Castro, Raúl. La literatura crítica de Chile: antología con estudio preliminar. Santiago: Andrés Bello, 1969, p. 21).

Pedro Nolasco Cruz nació en la ciudad de Talca, el 18 de abril de 1857. Realizó estudios de Humanidades en el Colegio de los Sagrados Corazones de Santiago, entre 1863 y 1872. Luego, cursó Leyes y se tituló de abogado en 1877. Una vez graduado, "partió al campo a practicar la agricultura en una propiedad rural de su familia". Con posterioridad, emprendió el regreso a la capital, lugar en el que comenzó a trabajar en el mismo colegio en el que se educó, en la cátedra de Literatura. En esta ciudad, "intervino en la vida literaria y se dio a conocer simultáneamente como cuentista, costumbrista, novelista y crítico literario" (Silva Castro, p. 18-19).

Desarrolló su trabajo en el ámbito de la narrativa durante la década de 1880. En 1881 publicó Fantasías humorísticas, libro en el que reunió fábulas mitológicas cercanas al género del cuento, al igual que algunos de los textos que aparecieron en Murmuraciones (1882). Unos años después, dio a conocer dos novelas, Esteban (editada en 1883 junto a los relatos La dama misteriosa y El paso de Venus) y el libro Flor del campo (1887).

En la prensa periódica Cruz colaboró, principalmente, con artículos de crítica literaria en La Estrella de Chile (1897-1879), El Independiente (1864-1890), la Revista de Artes y Letras (1884-1890), El Porvenir, La Unión y El diario ilustrado (1902-1970). En 1889, editó Pláticas literarias, libro en el que reunió algunos de los primeros artículos sobre literatura que produjo.

Durante las últimas décadas del siglo XIX, Pedro Nolasco Cruz fue uno de los referentes de la crítica literaria en Chile. En el contexto de su trabajo como profesor de enseñanza secundaria, preparó un manual sobre elementos retóricos, de estilo y géneros literarios, que publicó en 1900, con el título Manual de literatura preceptiva.

En el año 1903, asumió como Ministro de Guerra y Marina, durante el gobierno de Germán Riesco Errázuriz (1854-1916), lo que lo alejó "de sus habituales trabajos de crítica por un decenio". En 1913, comenzó a trabajar como notario, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1939 (C. V. L., p. 3).

Hacia la segunda década del siglo XX, retomó su labor como crítico literario, orientado especialmente a la lectura de autores contemporáneos. En 1918, publicó un artículo dedicado a la obra de Inés Echeverría Bello (Iris) (1868-1949), que más tarde ese año apareció como folleto bajo el título de Iris, seguido de una crónica bibliográfica de Omer Emeth (1860-1935). Dos años después, a propósito de la publicación de El roto, escribió un artículo sobre esta y otras novelas de Joaquín Edwards Bello (1887-1968) que, al igual que el de Iris, apareció como folleto con el nombre Don Joaquín Edwards Bello: El roto y sus demás obras.

En 1926, fue editado el primer tomo de Estudios sobre la literatura chilena, obra recopilatoria en tres tomos que terminó de ser publicada en 1940, un año después de su muerte, bajo el cuidado de Misael Correa Pastene (1870-1956). Este título ha sido el más referido por los estudiosos del trabajo crítico de Cruz. Entre los aspectos de su obra que han sido destacados, se encuentran los dos propósitos declarados de su actividad como crítico literario: el estudio de la producción literaria y la defensa del ideario católico.

Luego de su muerte, su figura como crítico conservador y católico fue rescatada, sobre todo a propósito de su cuestionamiento de los escritores liberales decimonónicos. En 1944, la editorial Difusión Chilena reunió tres artículos de Cruz -dedicados a Francisco Bilbao Barquín (1823-1865) y José Victorino Lastarria (1817-1888)-, en el volumen Bilbao y Lastarria. La editorial justificó la publicación del libro indicando que sus páginas, "junto con proyectar la luz sobre una época de intensas luchas doctrinarias", mostraban "los rasgos sobresalientes del crítico" ("Prólogo". Cruz, Pedro Nolasco. Bilbao y Lastarria. Santiago: Difusión Chilena, 1944, p. 8).