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Bilbao y Lastarria (1944)

En 1944, la Editorial Difusión Chilena publicó el libro Bilbao y Lastarria, en el que reunió tres artículos de Pedro Nolasco Cruz acerca de Francisco Bilbao (1823-1865) y José Victorino Lastarria (1817-1888), en los que presentó una perspectiva crítica de sus obras. Estos textos, publicados entre 1890 y 1917 en la prensa, fueron objeto de recopilaciones en distintos momentos del siglo XX.

Los artículos que se incluyeron en Bilbao y Lastarria fueron "Francisco Bilbao", aparecido originalmente en El Porvenir en 1894; "J. V. Lastarria", que se publicó el 12 de marzo de 1890 en El Estandarte Católico; y "Lastarria y sus admiradores", que apareció en La Unión, el 10 de junio de 1917.

Antes de Bilbao y Lastarria, Cruz había publicado el libro Estudios críticos sobre J. V. Lastarria en 1917, en el que reunió los dos artículos sobre el escritor de Recuerdos literarios. Con posterioridad, en el primer volumen de Estudios sobre la literatura chilena publicado en 1926 se incluyeron los tres artículos que aparecieron en Bilbao y Lastarria.

En el prólogo de Bilbao y Lastarria, la Editorial Difusión Chilena se refirió a Pedro Nolasco Cruz como una figura destacada en el ámbito de la crítica literaria y se le caracterizó como un "hombre de resoluciones tomadas, de principios invariables, no era, ni podía serlo, el aunador de todas las voluntades" ("Prólogo". Cruz, Pedro Nolasco. Bilbao y Lastarria. Santiago: Difusión Chilena, 1944, p. 7).

Respecto a los artículos del volumen, la editorial indicó que "los estudios que Cruz hizo de Francisco Bilbao y José Victorino Lastarria" orientaron a "una generación de decisivos efectos en la vida nacional. Son páginas que, junto con proyectar luz sobre una época de intensas luchas doctrinarias, muestran como pocas los rasgos sobresalientes del crítico acerado" (p. 8).

En los artículos de Bilbao y Lastarria, Cruz se refirió a algunos momentos de la vida de los escritores y también a sus obras. En "Francisco Bilbao" examinó la figura del escritor a partir de la premisa de que otros volúmenes que se han dedicado a él han "desatendido en mayor o menor medida la personalidad" de Bilbao. Dio como ejemplo el libro Francisco Bilbao: su vida y sus doctrinas (1872) de Zorobabel Rodríguez (1839-1901), el que consideró un texto de "mérito literario", por ser "correcto, sencillo y de razonamiento claro y sosegado". Las razones de Cruz para enfocar su artículo en la personalidad de Bilbao obedecieron -según su visión- al hecho de que sus "doctrinas, ya bastante debatidas" no estaban "de moda" (Cruz, p. 13).

Cruz inició el texto "Francisco Bilbao" con la polémica que se dio con la publicación de Sociabilidad chilena, obra que consideró un "reto a las creencias casi unánimes de la nación" (p. 16). Cruz, ante la pregunta: "¿Cómo la sociedad chilena, profundamente católica, pudo producir un individuo profundamente anticatólico?" (p. 18); respondió que esta situación solo podía deberse a "un caso de atavismo", puesto que Bilbao heredó rasgos de su abuelo materno francés, J. Antonio Beyner, quien junto a dos compatriotas habían propuesto "transformar a Chile en república independiente" (p. 18-19).

El crítico presentó a Bilbao como un soñador y, en algunos momentos, como "desequilibrado" (p. 80). También, entre otros aspectos, puso en duda la idea de que fuera un gran orador. Aludiendo a los discursos que profirió ante los participantes de la Sociedad de la Igualdad, señaló que si bien el autor "tenía la acción, la buena presencia, el fuego, la sonoridad, la espontaneidad y energía de las palabras", "no tenía el pensamiento" (p. 57-58).

En los textos "D. J. Victorino Lastarria" y "Lastarria y sus admiradores", Cruz criticó la figura de Lastarria como escritor y personaje público, sin dejar de reconocer ciertos méritos en sus trabajos.

Respecto de su escritura, indicó que "su estilo es claro, generalmente correcto, y su giro muy elegante. De nuestros escritores es el que tiene mejor frase; pero es árido, y no sabe insinuarse: en lo que ha escrito anda muy señalado el seno adusto del raciocinio, y faltan casi por completo la sonrisa y el gesto expresivo de la imaginación". Sin embargo, indicó en el autor "el defecto que más se opone a la popularidad y al agrado: era orgulloso y vano" (Cruz, p. 98).

La vanidad fue el aspecto que Cruz reiteradamente señaló como característico del autor. Según su visión, "Lastarria se consideraba el Mesías de la regeneración social e intelectual de esta república. Pero, como a fin de cuentas no hizo más que predicar en desierto, y no logró formar escuela ni nada, dio en atribuir estos resultados a que no lo comprendían, a que no podían explicarse su plan. El escritor vanidoso es así: no se le ocurre que la doctrina que sigue o enseña sea discutible. Si no la aceptan, cree que es porque no la comprenden, de manera que, cuando replica, más se empeña (así lo hace Lastarria) en explicar y desenvolver su doctrina, que en buscar nuevos y más poderosos argumentos y en seguir paso a paso al adversario" (Cruz, p. 102-103).

Atendiendo a su propia ideología, Cruz indicó que Lastarria "encontró dos obstáculos en su camino: el Partido Conservador, que había sabido ordenar las cosas y dar estabilidad al gobierno; y el catolicismo, profundamente arraigado en el pueblo". Señaló que Lastarria buscó combatir las ideas conservadoras y católicas en la "historia y también las bellas letras" (p. 114). Por ejemplo, en su comentario sobre el libro Don Diego Portales: juicio histórico (1861), Pedro Nolasco Cruz indicó que Lastarria "desahogó a sus anchas el odio que tenía al Partido Conservador". Criticó que presentara la obra de Diego Portales (1793-1837) de forma contradictoria, pues el autor "nos muestra a un grande hombre, y luego nos asegura que no es tal grande hombre" (p. 124).

Enfocando el problema en las pasiones humanas, Cruz sostuvo que esta visión de Lastarria se debía a que tenía odio y envidia hacia Portales; lo miraba como un "enemigo personal" pues "la ambición de este no era otra que desempeñar en Chile el papel que hizo el Ministro, esto es, el de organizador de una sociedad nueva y fundador de su gobierno" (Cruz, p. 128).

La aparición del volumen Bilbao y Lastarria fue comentada en 1944 por el historiador Jorge Fuenzalida Pereyra (1915-1975), quien valoró positivamente la edición del texto pues los artículos de Cruz podían ayudar a cumplir la tarea pendiente de "quitar del pedestal a ciertos personajes de reputaciones consagradas para estudiar a la luz de una crítica severa el aporte auténtico con que han contribuido al desenvolvimiento de nuestra sociedad civil". Para Fuenzalida, en los artículos de Cruz, las figuras de Bilbao y Lastarria aparecían "reducidos a sus justas proporciones por la pluma mordaz de uno de nuestros mejores críticos" y definió la obra como "de gran interés y amenidad, regocijante y mordaz, al mismo tiempo que seria e imparcial en sus juicios" (Fuenzalida, Jorge. "Bilbao y Lastarria". Estudios. Número 141, octubre de 1944, p. 68-69).

Diferente al punto de vista de Fuenzalida fue la recepción del historiador Ricardo Donoso (1896-1985) cuando, en 1926, estos textos fueron reunidos en Estudios sobre la literatura chilena. Donoso cuestionó de modo general la visión de Cruz respecto a su opinión sobre los artículos del libro dedicados a los escritores liberales indicando que su juicio estuvo permeado por su visión como defensor del catolicismo (Donoso, Ricardo. "Un espíritu colonial: don Pedro N. Cruz". Atenea. Número 5, 31 de julio de 1926, p. 470).