Tradicionalmente, se entiende por tipografía el trabajo manual de composición de textos con tipos móviles para su impresión. Los tipos son piezas metálicas individuales que en su cara superior tienen moldes en relieve de signos -alfabéticos y no alfabéticos-, invertidos como el reflejo de un espejo. Un tipógrafo o tipógrafa, por lo tanto, era aquella persona "que letra a letra da forma a una línea, un párrafo y finalmente una página, utilizando los tipos móviles, que están dispuestos en grandes cajas con muchas copias de cada signo". En los talleres de imprenta, los tipos móviles eran dispuestos en bandejas con divisiones para cada signo, por lo que existía "una caja para las mayúsculas y otra para las minúsculas", así como un "conjunto de piezas para cada uno de sus tamaños"; por ejemplo, una "Garamond 12 puntos es diferente a la Garamond de 14 puntos", cuestión que en la práctica significaba otra caja de tipos "de varios kilos de metal" (Contreras Soto, Joaquín. "Hombre de pocas palabras". En Amster, Mauricio. Recuerdos de un bibliófilo. Arica, Chile: Carbón Libros, 2021, p. 9-10).

La historia del desarrollo del oficio de la tipografía en Chile y de sus antecedentes está unida a la historia de la imprenta. Durante la Colonia, el Imperio español solo permitió que se utilizaran pequeñas prensas para imprimir naipes y proveer de una entretención a sus soldados, sin autorizar la instalación de una imprenta tipográfica, es decir, de una máquina capaz de imprimir libros, periódicos y otras publicaciones.

En este sentido, el documento impreso en Chile con tipos más antiguo del que se tiene registro es Modo de ganar el Jubileo Santo, un folleto de 8 páginas que vio la luz en el año 1776, en la ciudad de Santiago, en una rudimentaria prensa colonial. Es sabido que en su composición se usaron fuentes tipográficas de estilo garalda, también conocidas como barrocas o renacentistas, sin embargo, todavía se desconoce quién fue el tipógrafo encargado de componer el texto e imprimir el documento en 1776.

En el contexto del proceso de independencia de la corona española, a fines de 1811, debido a gestiones comerciales del ejército patriota, arribó al país la fragata Galloway, proveniente de Estados Unidos, con armas, municiones para la batalla, una máquina de imprimir, tipos de metal y tipógrafos especializados -entre ellos Samuel B. Johnston, autor del texto conocido como Cartas de un tipógrafo yanqui-, para instalar la primera imprenta en el país. De este taller surgieron los periódicos: Aurora de Chile (1812-1813), El Monitor Araucano (1813-1814) y Semanario Republicano de Chile (1813-1814); el libro Carta de un americano al español (1812) y el Reglamento Constitucional Provisorio para el Pueblo de Chile (1812). Con los tipos empleados en la composición de estos documentos se siguió imprimiendo hasta 1817, cuando comenzaron a llegar nuevos insumos y máquinas para imprimir.

En esta etapa de asentamiento del trabajo de imprenta y, especialmente, del trabajo tipográfico, en las primeras décadas del siglo XIX, destacó la figura del impresor José Camilo Gallardo (1774-), quien aprendió por su propia cuenta el arte de imprimir con tipos y es considerado el primer tipógrafo chileno.

Una segunda época en el desarrollo de la disciplina en Chile, se produjo hacia mediados de 1850, con la fundación de las primeras sociedades tipográficas: en 1853 se creó la Sociedad Tipográfica de Santiago; y, en 1855, la Sociedad Tipográfica de Valparaíso. El foco de dichas agrupaciones durante sus primeros años estuvo puesto en el socorro mutuo y la unión de los tipógrafos para enfrentar las precariedades laborales y de vida en general. Otra entidad importante en la defensa del gremio, y la búsqueda de nuevos horizontes para la actividad gráfica en el país, fue la Liga General del Arte de la Imprenta en Chile, creada en Santiago el año 1892. Este organismo agrupaba no solo a tipógrafos sino a todas las personas que trabajaban en el sector gráfico chileno.

Hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, el mundo obrero se vio influenciado por corrientes de pensamiento como el socialismo y la cultura ácrata, lo que tuvo un correlato en la proliferación de periódicos obreros a lo largo del país. En este contexto, el rol de los tipógrafos se volcó a las luchas sociales y adquirió una posición política más frontal. Existieron dos figuras que caracterizaron esta coyuntura de cruce entre tipografía y movimiento obrero: Luis Emilio Recabarren (1876-1924) y Carmela Jeria Gómez (1886-1966). Unidos por el oficio, concretamente por su trabajo en la Imprenta La Reforma, por sus orígenes comunes en Valparaíso y sus ideales, Recabarren fue fundador del periódico El Despertar de los Trabajadores (1912-1927), entre otros, y Jeria, fundadora y directora de La Alborada (1905-1907), el primer periódico obrero producido por mujeres en Chile.

Desde la perspectiva de la instrucción y el desarrollo del oficio en favor de un perfeccionamiento de la industria editorial, destacó la labor iniciada a fines del siglo XIX por Rafael Jover (1845-1896) en su Imprenta Cervantes, en donde se imprimieron obras ambiciosas como los 16 volúmenes, con más de 9.000 páginas, de la Historia General de Chile de Diego Barros Arana (1830-1907), publicados entre los años 1884 y 1902. Otro aporte importante, respecto del desarrollo del oficio, fue la conferencia "Los primeros pasos del arte tipográfico, especialmente en Valparaíso", dictada por Roberto Hernández Cornejo (1877-1966), a 60 años de la fundación de la Sociedad Tipográfica de Valparaíso. Esta conferencia propició la reflexión sobre el oficio de la tipografía y el trabajo de imprenta desde una perspectiva de revisión histórica.

El progreso industrial de la imprenta que se vivió en Chile desde fines del siglo XIX promovió un incremento en el uso de catálogos tipográficos, en la importación de insumos, el interés de compañías internacionales y el surgimiento de comercializadoras especializadas, como fundidoras y distribuidoras de tipos móviles. Lüer, Paye y Cía., es considerada una de las primeras y más grandes importadoras de tipos para imprenta a nivel nacional, esta sociedad publicaba además la revista Noticias Gráficas (1903-1939), dirigida por el ciudadano español Manuel Ramos Ochotorena, quien anteriormente -entre enero y octubre de 1893- había dirigido los seis números de la Revista Tipográfica, impresa por la Imprenta Cervantes. Otra distribuidora de tipos de comienzos del siglo XX, fue La Compañía Americana, una empresa que representaba en Chile a la American Type Founders (ATF), un conglomerado norteamericano de fundiciones de tipos. En su catálogo Tipos. Mostrario de tipos, adornos, orlas y rayas de 1900, se exhibieron muchas de las fuentes utilizadas en impresos de la época en Santiago y Valparaíso.

Respecto de este periodo de perfeccionamiento, instrucción y profesionalización, la publicación en 1954 del libro Técnica gráfica del periodismo de Mauricio Amster (1907-1980), se convirtió en un fundamento del estudio y desarrollo de las materias inherentes a la imprenta y la tipografía en Chile, tanto en entornos universitarios -con la fundación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile en 1953- como de la industria editorial. Esta obra, reeditada en diversas ocasiones, marcó el inicio de una transición por la cual la tipografía evolucionó desde un oficio que encontró raigambre en el mundo obrero a una disciplina incorporada a los saberes académicos.

Minisitio desarrollado en colaboración con Núcleo de investigación en tipografía.