Historia General de Chile
"Este trabajo incesante, que podría parecer en exceso monótono y abrumador, ha sido para mí el más grato de los pasatiempos, el alivio de grandes pesares, y casi podría decir el descanso de muchas y muy penosas fatiga" (Barros Arana, Diego. Historia General de Chile, tomo XVI, Santiago: Rafael Jover Editor, 1884-1902 p.380).
Enorme e indiscutido aporte de Diego Barros Arana para la historiografía nacional fue su obra magna: la Historia General de Chile. Se trató de una obra monumental de difícil comparación en el contexto latinoamericano y mundial, emprendida a lo largo de treinta años de vida.
La idea de una historia general fue incubada tempranamente en Diego Barros Arana. Ya en su introducción a Vida y viajes de Magallanes publicada en 1864, había confesado que llevaba muchos años trabajando en una obra general. El autor afirmaba que llegó al convencimiento de la necesidad de una obra general sobre la historia nacional, luego de que advirtiera las deficiencias de la historiografía disponible en su época. Su conclusión era que la historia chilena estaba por construirse en casi todos sus períodos y temas, y que la ausencia de narraciones no estaba determinada por la falta de materiales, sino por la falta de emprender ese trabajo prolijo y crítico.
Ante tal diagnóstico Diego Barros Arana se dio a la tarea de investigar documentos inéditos en archivos y bibliotecas nacionales. Posteriormente examinó documentos en Argentina y Uruguay y entre 1859 y 1860 estuvo en España reproduciendo documentación en el Archivo General de Indias en Sevilla, el Archivo de Simancas, la Biblioteca de la Academia de la Historia y la Biblioteca Nacional de Madrid. También tuvo ocasión de revisar en Europa colecciones particulares como el archivo de Claudio Gay y José de San Martín en Francia. Asimismo, en Inglaterra frecuentó el Museo Británico y de regreso en América Latina pesquisó documentación en Lima, Perú.
Esta empresa colosal e inédita de información histórica que reunía libros, folletos, documentos oficiales y periódicos fue respaldada por entrevistas que el autor mantuvo con actores y testigos de la temprana historia republicana chilena. Tomando como modelo la Historia de Francia de Henri Martin, una vez en posesión de este abundante material, Barros Arana pensó en escribir una historia general de conjunto, aunque no una historia definitiva. La primera página de la Historia General de Chile fue escrita en septiembre de 1881. Terminó de escribir la obra en 1902 dedicándole un tiempo diario, pese a sus muchas responsabilidades públicas.
El texto finalmente fue organizado en 16 tomos que abordaban grandes épocas: Los Indígenas; Descubrimiento y Conquista; Afianzamiento de la Independencia y Organización de la República. En cada uno de ellos estudiaba con erudición eventos específicos e incluyó capítulos de síntesis donde ensayaba las principales ideas acerca de aspectos importantes de los períodos tratados. En la presentación de la obra, Barros Arana explica que asumió el método narrativo para escribir su obra, siguiendo la recomendación de Andrés Bello. Los hechos eran ordenados e investigados con prolijidad y claridad, anotándose con precisión su filiación y contenido. Esta exposición ordenada y cronológica era garantía para esclarecer los hechos objetivos.
La investigación que demandó la obra nutrió a Barros Arana de una reflexión histórica sin comparación. Adelantándose a una interpretación historiográfica difundida con propiedad sólo a partir de la primera mitad del siglo XX, sentenció en su Historia General de Chile que "La historia de un pueblo no es ya únicamente la de sus gobernantes, de sus ministros, de sus jenerales, i de sus hombres notables, sino la del pueblo mismo, estudiado en todas sus manifestaciones, sus costumbres, sus leyes, sus ideas, sus creencias, su vida material i moral; i debe además estar espuesta con la mas transparente claridad para qué del conjunto de hechos tan complejos, resulte la reconstrucción artificial pero exacta del pasado" (Barros Arana, Diego. Historia General de Chile, tomo I, Santiago: Rafael Jover Editor, 1884-1902, pp. XI).