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Crónica literaria de Alone en La Nación

Entre 1921 y 1939, Alone estuvo a cargo de la sección "Crónica Literaria" de La Nación. Si bien el autor ya había tenido experiencia en La Unión de Santiago, medio en el que trabajó como secretario de redacción, fue en La Nación donde comenzó su labor como crítico literario de manera profesional, tarea que desarrolló hasta poco antes de su muerte en 1978.

Su llegada a La Nación en 1921 estuvo mediada por la ayuda de Inés Echeverría Bello (1868-1949), quien era una colaboradora frecuente del medio y amiga de Alone (Marchant Lazcano, Jorge. "Hernán Díaz Arrieta (Alone). Palabra de crítico". El Mercurio. 25 junio 1991, p. 10). Desde esta tribuna, el escritor se refirió a las producciones de autores nacionales e internacionales.

Su sección en La Nación se tituló "Crónica literaria" y apareció semanalmente el domingo. Alone prefirió el nombre de "Crónica" y no crítica, pues le parecía que la idea de este último término hacía alusión a un asunto acabado y él realizaba, más bien, un acercamiento a la obra basado en su propio gusto y con ánimo de compartir su opinión: "¿Qué se puede decir de manera definitiva sobre algo? Cree que la tarea de juzgar no es fácil: 'Los más grandes yerran siete veces siete'. Trazaba límites, es cierto, pero no deseaba imponérselos a nadie, evitando convertir sus impresiones en una sólida religión, con dogmas y liturgias. Nada de verlo como un doctor de la ley" (Calderón, Alfonso. "Alone y unas flechas de acero". En Alone. El vicio impune: 50 años de crónica literaria. Santiago de Chile: RIL, 1997, p. 10-11). Además, la idea de "crónica" se vinculaba con la tarea periodística de dar cuenta de la actualidad: "La actualidad literaria me atrae mucho. Me pone en contacto con el lector de diarios, procuro hablarle en su idioma. Y me ha correspondido. De otra manera no habría durado tanto en tan peligroso puesto como de crítico militante y permanente" (Alone. "Cuestionario a Alone". En Leyton, Mario. Alone, 65 años de crítica literaria. Santiago: C.P.E.I.P., 1973, p. 90).

En su columna, impulsó el reconocimiento de escritores que se estaban haciendo espacio en la escena literaria de la segunda década del siglo XX, como ocurrió con Pablo Neruda (1904-1973). Su primer libro, Crepusculario (1923), fue recibido con entusiasmo por Alone, actitud que fue variando a medida que el escritor se fue acercando a estéticas de vanguardia. La publicación de Tentativa del hombre infinito (1926) dejó "descolocado al cronista" y no mostró "demasiado entusiasmo", sino más bien un dejo de perplejidad; "a su juicio el poeta comenzaba rápidamente a alejarse de la claridad, de 'la verdad de la naturalidad', reconociendo, no obstante, que 'de todas maneras, aun corriendo al revés, se ve que es un buen corredor'. Alone continuaba siendo tiranizado por el espíritu francés, del cual solo se libró nueve años después" (Salerno, Nicolás. "Alone y Neruda". Estudios Públicos. Número 94, 2004, p. 299-300).

También manifestó un juicio aprobatorio de la escritura de Gabriela Mistral (1889-1957), a quien Alone se refirió -utilizando el género masculino- como un "genio, tal vez el primer poeta del habla castellana", a propósito de la reedición de Desolación por editorial Nascimento. Respecto a este libro, comentó que hasta la fecha había sido "el acontecimiento más importante de nuestra literatura" y lamentó que recién en el extranjero, "en otro hemisferio", hubiese sido reconocido el talento de la autora y no así primero en Chile (Alone. "Crónica literaria". La Nación. 3 de junio 1923, p. 4).

En oposición a los casos anteriores, Alone se vio involucrado en polémicas a partir de sus juicios desfavorables, como fue el caso de la disputa con Pablo de Rokha (1894-1968) a propósito de la crítica a Los Gemidos en 1922. En ella, el crítico calificó al libro como "literatura patológica" ("Crónica literaria". La Nación. 12 de noviembre de 1923, p. 4). En respuesta, el poeta, en tono irónico, señaló en Claridad que Alone realmente no había leído su obra. Para De Rokha, Alone se habría ido "de espaldas" ante su libro, pues este presentaba una estética diferente: "Leed Los Gemidos en donde no se hacen versos, ni prosa, ni valses rimados, porque los versos, la prosa y los valses rimados, son mentira; leed Los Gemidos, en donde solo se hace lenguaje" ("Los gemidos y Hernán Díaz Arrieta (Alone)". Claridad. Año 3, número 78, 1922, p. 2).

En 1939, Alone terminó su colaboración en La Nación, debido a que fue desvinculado por el gobierno del Frente Popular "a raíz de su conservadurismo, y de las simpatías franquistas" (Barchino, Matías. "Hernán Díaz Arrieta ('Alone')". Chile y la guerra civil española. La voz de los intelectuales. España: Calambur Editorial, 2014). En este mismo año, comenzó su carrera como crítico en El Mercurio, espacio en el que su columna tuvo mayor alcance.