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Proclamación de la Independencia de Chile el 12 de febrero de 1818

En noviembre de 1817, en un contexto en que aún se encontraban activas las beligerancias entre patriotas y españoles, el gobierno patriota instaurado en Santiago luego de la batalla de Maipú, liderado por Bernardo O´Higgins Riquelme (1778-1842), solicitó a los ciudadanos de todas las provincias que concurrieran a los cabildos y parroquias a firmar los registros públicos a modo de plebiscito, con la finalidad de que se pronunciaran a favor o en contra de declarar la independencia del país, con lo que buscó dar legitimidad al proceso revolucionario.

Aunque en general dicha solicitud fue acatada, recibió ciertas críticas, principalmente porque algunas personalidades de las provincias, sobre todo familias conservadoras y autoridades religiosas, plantearon que era necesario terminar primero con la guerra y luego deliberar sobre el asunto, mientras que un grupo importante de patriotas señaló que era necesario volver a conformar un Congreso que discutiera el asunto.

Para convencerlos, el gobierno interino de Santiago -O´Higgins se encontraba batallando en el sur- hizo circular proclamas y propaganda en la que se argumentaba que, en la situación que se encontraba el territorio, era muy difícil volver a un gobierno español y que el poder de Fernando VII era ilegítimo en territorio chileno, es decir, considerado un poder extranjero, puesto que su despotismo y lejanía habían roto el pacto colonial entre la Corona y los americanos. También fueron enviadas, entre diciembre de 1817 y enero de 1818, diversas invitaciones a instituciones como la Universidad de San Felipe, los cuerpos judiciales, escuelas, iglesias y párrocos declarados abiertamente patriotas, entre otras, para que instigaran a la ciudadanía a participar de la consulta.

Así, teniendo una cantidad importante de firmas a favor de la proclamación, el documento fue redactado y trabajado en varias ocasiones por el abogado patriota Miguel Zañartu (1786-1851), por encargo del Director Supremo Delegado Luis de la Cruz (1768-1828), mientras que el manifiesto político que la acompañó fue redactado por el también abogado patriota Bernardo de Vera y Pintado (1780-1827) (Valencia, Luis. La declaración de Independencia de Chile. Boletín de la Academia Chilena de la Historia, Santiago: Imprenta El Esfuerzo, 1943, p. 3-10).

Finalmente, el Acta fue enviada a Concepción para su reconocimiento por el general O´Higgins, quien realizó algunas anotaciones y correcciones en la misma. Al integrarse esas correcciones por parte de Zañartu, fue nuevamente enviada al general quien la firmó junto a su gabinete el 1 de enero y la ratificó el 2 de febrero de 1818. La publicación del Acta y la Proclamación de Independencia se debían desarrollar en un acto solemne, por lo que O´Higgins decidió realizar dicho acto público el día 12 de febrero de 1818, en conmemoración del triunfo de la Batalla de Chacabuco del año anterior.

Al respecto, Claudio Gay (1800-1873) escribió en su Historia de la Independencia de Chile que "la República chilena existía de hecho, pero no había sido sancionada por una de esas declaraciones solemnes que se dirigen como testimonio de fidelidad a todas las potencias del globo, y que dan derecho a un reconocimiento público, o por lo menos a relaciones políticas, sobre todo de parte de aquellos países que han estado ligados por algún tiempo con relaciones comerciales, garantidas por una neutralidad públicamente reconocida", dando cuenta de esa manera que la Proclamación de Independencia era también un acto político diplomático, ya que desde el año 1818, O´Higgins nombró ministros plenipotenciarios en Europa y Norteamérica con la finalidad de que los diferentes países, principalmente las potencias como Gran Bretaña, Francia y la propia España, reconocerían la Independencia nacional y comenzaran relaciones diplomáticas y comerciales con Chile (Gay, Claudio. Historia de la Independencia Chilena. Tomo II. Paris: Imprenta de E. Thunot y Cía., 1856, p. 233-235).

El texto del Acta de Proclamación de la Independencia señaló la forma en que el poder español había "usurpado los derechos" americanos durante trecientos años y que era cuestión de tiempo para que estos pueblos buscaran su liberación; señaló el 18 de septiembre de 1810 como el primer esfuerzo de los criollos por liberarse de la dominación española y que desde entonces tomaron la resolución de "separarse para siempre de la monarquía española, y proclamar su independencia a la faz del mundo" y que, a partir de la consulta ciudadana, "hemos tenido a bien en el ejercicio del poder extraordinario con que para este caso particular nos han autorizado los pueblos, declarar solemnemente a nombre de ellos en presencia del altísimo, y hacer saber a la gran confederación del género humano que el territorio continental de Chile y sus islas adyacentes forman de hecho y derecho un Estado libre, independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses" (Acta de Proclamación de la Independencia, 12 de febrero de 1818, en Guerrero Lira, Cristián. Repertorio de fuentes documentales para el estudio de la Independencia de Chile. 1808-1823, Santiago: Instituto O'higginiano de Chile, Bravo Allende Editores, 2008, p. 105-106).

El Acta mandató el resguardo del documento original en la Municipalidad de Santiago y su reproducción en copias que circularon en todos los pueblos y ciudades del territorio nacional para que la ciudadanía pudiese jurarla en actos solemnes en las iglesias y plazas públicas. Además, se mandó una copia para cada uno de los cabildos, municipalidades y gobernaciones del territorio nacional.