Club del Progreso (1888-1893)
El Club del Progreso fue una iniciativa política e intelectual creada en 1888 por un grupo de jóvenes militantes del Partido Liberal. Su finalidad fue generar un espacio en que confluyesen las distintas ideas -políticas, científicas, económicas, etcétera- que imperaron en el liberalismo en Chile a fines del siglo XIX. Su objetivo principal fue influir en el desarrollo social y cultural del país, sin la mediación de los partidos políticos que hasta el momento habían monopolizado el desarrollo cultural del país (Club del Progreso. "Boletín del Club. Acta de fundación del Club del Progreso". Revista del Progreso. Año I, número 1, 1 de septiembre de 1888, p. 76).
El incentivo de estos jóvenes para crear el club fue su diagnóstico negativo sobre la situación en que se encontraban las ciencias, las artes y la cultura en general. De esa manera, tras diversas reuniones, fundaron el Club del Progreso en los salones de la 5ª Compañía de Bomberos de Santiago, el día 1 de abril de 1888.
Según el acta de fundación publicada en las páginas de la Revista del Progreso, órgano oficial del club, existió en la capital la necesidad de "fundar un centro político y literario a donde pudieran concurrir todos los hombres verdaderamente liberales y la juventud estudiosa" y, frente a la corrupción de los partidos y del sistema político chileno, volver al respeto de "la constitución y al orden legal en todas sus manifestaciones, y la vuelta a un régimen administrativo y económico más severo y menos incierto que el que atravesamos y es de temer pueda arraigarse en nuestro país" (Club del Progreso, p. 76).
El edificio del club estuvo abierto a los jóvenes que cursaban estudios secundarios, universitarios o que recientemente habían terminado estos últimos, además de ser un lugar de trabajo para renombrados intelectuales. La idea principal era que estos jóvenes se nutrieran, a través del estudio y la discusión, de temas de diversa índole que sirviesen de sustrato para la recuperación de los principales valores del liberalismo.
Para realizar esa tarea, Luis Barros Borgoño (1858-1943) señaló en mayo de 1888 que "el Club ha establecido sesiones semanales, a las que podrá concurrir la juventud, y en la que se debatirán temas sociales y políticos, con independencia de miras y con entera abstracción de las conveniencias u oportunidad que ellos puedan presentar al éxito de las combinaciones que de ordinario hace surgir el partidarismo. Con ese mismo propósito hemos establecido conferencias públicas, que se darán periódicamente sobre temas elegidos dentro del programa de trabajos del Club" ("Club del Progreso. Discurso Programa del Club del Progreso Pronunciado por el secretario de Luis Barros Borgoño en la sesión de inauguración del 18 de mayo de 1888". Revista del Progreso. Año I, número 5, 1 de noviembre de 1888, p. 313).
A pesar de que los miembros fundadores pertenecían al Partido Liberal, Barros Borgoño insistió en su discurso de inauguración en la neutralidad de las actividades del club y que las puertas de la institución estaban abiertas a todas las ideas políticas.
La educación fue uno de los intereses más importantes para los miembros del club y, en particular, consideraron el cultivo de las ciencias como una manera de mejorar las condiciones de vida de la sociedad chilena. Al respecto, en "Nuestra primera palabra", texto publicado en el primer número de la Revista del Progreso, expusieron que "las ciencias abstractas y concretas, es decir: la historia y la sociología, la economía política y el derecho, las ciencias naturales y físicas, todas, en fin, las que sirven al adelantamiento moral y material de las sociedades, debían encontrar un centro de actividad en que se difundieran y se aquilataran. Los pueblos necesitan de culto y si no están en sus altares las ideas, indefectiblemente serán reemplazadas por los hombres" (Club del Progreso. "Nuestra primera palabra". Revista del Progreso. Año I, número 1, Santiago: La Libertad electoral, 1888, p. 2).
Muchas de las conferencias públicas dadas en el club y los estudios publicados en la revista se centraron en temas educativos, sobre todo en el rol que debían tener los gobiernos en la expansión de la educación, a través de reformas al sistema de educación primaria y secundaria del país, la inclusión de los hijos de obreros y artesanos en las escuelas y la necesidad de cultivar el laicismo en los establecimientos.
El Club del Progreso se mantuvo vigente hasta 1893, año en que la mayor parte de sus socios y miembros fundadores se insertaron en la política nacional, pasaron a conformar el Congreso Nacional o fueron llamados a ser parte de los gabinetes ministeriales, abandonando el desarrollo de la organización.