Revista del progreso
La Revista del Progreso fue el órgano oficial del Club del Progreso (1888-1893), publicación quincenal creada como un espacio de divulgación de ideas, sobre todo de políticos e intelectuales cercanos al pensamiento liberal, aunque en su declaración de principios, tanto el club como la revista insistieron en su apertura a miembros de todos los partidos y tendencias políticas.
En ese sentido, en "Nuestra primera palabra" los editores de la revista expresaron que su aliciente fue "el deseo de ofrecer a todos los hombres que en nuestro país piensan y escriben, una casa neutral desde donde puedan manifestar con absoluta independencia sus propias opiniones, sin sujeción a los intereses de bandería que ordinariamente enturbian las inteligencias y debilitan las voluntades", esto a pesar de que la mayoría de los fundadores y socios del club fueron militantes del Partido Liberal (Club del Progreso. "Nuestra primera palabra". Revista del Progreso. Año I, número 1, Santiago: La Libertad electoral, 1888, p. 4).
Lo anterior enmarcó a la Revista del Progreso en una nueva corriente ideológica que pensó el progreso intelectual y material del país a través de los consensos, alejada de las disputas partidistas y fuera de la dicotomía liberalismo-conservadurismo, que se había mantenido durante gran parte del siglo XIX chileno. Este rasgo de búsqueda de acuerdos a través de la opinión pública fue fundamental dentro del sistema político parlamentarista, que se consolidó tras la guerra civil de 1891 (Nicholls Lopeandía, Nancy. "Intelectuales liberales relevantes frente a la cuestión social en Chile (1890-1920): una minoría a favor del cambio". Historia. Volumen 29, número 1, 1995, p. 304-307).
El contenido de la Revista del Progreso estuvo centrado tanto en el realce de los debates y las discusiones políticas en boga, tales como las reformas discutidas por el Congreso y el gobierno o temas coyunturales como la migración europea en Chile, así como en las tendencias en el ámbito de la ciencia y el positivismo, sobre cuestiones económicas, además de la educación de las nuevas generaciones, queriendo ser un complemento de las lecturas escolares, universitarias y de otras revistas divulgadas en aquella época.
En sus páginas se publicaron poemas, estudios históricos, reseñas, estudios y opiniones sobre la política chilena, sobre el funcionamiento del sistema judicial, ensayos sobre la libertad electoral y las deficiencias y vicios del sistema político chileno; además de textos relacionados con la educación primaria y secundaria, las ciencias naturales, entre otros temas.
Intelectuales que recurrentemente escribieron trabajos para este órgano fueron Diego Barros Arana (1830-1907), Eduardo de la Barra (1839-1900), Luis Barros Borgoño (1858-1943) -secretario del Club del Progreso-, Valentín Letelier (1852-1919), Luis Orrego Luco (1866-1948), Gonzalo Bulnes (1851-1936) y Domingo Amunátegui (1860-1946).
A pesar de tener un directorio permanente, compuesto en general por socios fundadores de la revista, quien más ocupó el puesto de director, principalmente como director en jefe subrogante o "director de turno", fue Ismael Valdés Vergara, socio fundador y miembro de la Junta Administrativa Permanente del club.
No obstante la neutralidad política declarada, desde sus inicios, la Revista del Progreso recibió ataques por parte de la prensa conservadora y del mundo liberal tradicionalista, quienes la señalaron como el órgano de un presunto nuevo partido político. Al respecto, los editores se defendieron de estas acusaciones insistiendo en que "es la Revista del Progreso un órgano de publicidad que tiene por objeto la difusión de las ideas, el adelantamiento de las ciencias y el cultivo de las letras. (…) En nuestras conferencias impera la más absoluta libertad para hablar y en nuestra prensa la misma libertad para escribir. Toman parte en aquellas, y esperamos que tomarán en ésta, individuos que militan en muy diversas agrupaciones políticas; y nos consideramos felices y creemos servir a nuestro país, ofreciendo tribuna y prensa a todo el que quiera mantener sus ideas y combatir las ajenas" (Club del Progreso. "Nuestra primera palabra". Revista del Progreso. Año I, número 1, 1888, p. 5).
La Revista del Progreso cesó su publicación el año 1890, a pesar de que el Club del Progreso mantuvo su funcionamiento hasta 1893.