La “Asociación Bibliográfica Pan-Americana” (1915)

Entre el 27 de diciembre de 1915 y el 8 de enero de 1916 se celebró el Segundo Congreso Científico Panamericano en la ciudad de Washington. Este evento -convocado por el gobierno de Estados Unidos- tuvo como fin el intercambio del conocimiento y de formas de trabajar para el avance de la ciencia, el incremento de la cultura y el ámbito comercial entre los países americanos (Levin Swiggett, Glen, "Second Pan-American Scientific Congress". Journal of Education. Volumen 82, número 15, octubre de 1915, p. 409).
El Segundo Congreso Científico Panamericano se dividió en nueve secciones referidas a distintas disciplinas y áreas del conocimiento. En este contexto, el 7 de enero de 1916, Darío Salas (1881-1941), miembro de la delegación oficial de Chile, en representación de Carlos Silva Cruz, leyó la ponencia "La 'Asociación Bibliográfica Pan-Americana'", que fue parte de la sección "Instrucción" del congreso (Pan American Scientific Congress. Proceedings of the second Pan American scientific congress, Washington, U. S. A., Monday, December 27, 1915 to Saturday, January 8, 1916. Washington, D. C.: Washington: G. P .O., 1917, p. 223).
El trabajo de Silva Cruz -en el que propuso la creación de la Unión Bibliográfica Pan-Americana para la vinculación entre las bibliotecas nacionales del continente- fue publicado antes de la celebración del congreso, en el tercer número de la Revista de Bibliografía Chilena y Extranjera -medio de la Biblioteca Nacional-, correspondiente a los meses de septiembre y octubre de 1915. Durante ese mismo año, fue editada como folleto por la Imprenta Universitaria, junto a su traducción inglesa, realizada por Ricardo Eduardo Latcham Cartwright (1869-1943) (Levin Swiggett, p. 409).
Carlos Silva Cruz inició su conferencia indicando la existencia de problemas de comunicación entre los países de América pues, a la fecha de su exposición, aún existían "verdaderas murallas chinas" que permanecían "en toda su solidez", porque contribuían a mantenerlas, "de un lado, la tradición y la costumbre y, del otro, la falta de información bibliográfica mutua y permanente, la falta de organización del comercio pan-americano de libros y la falta de relaciones directas entre los autores, los editores, los libreros y las bibliotecas públicas de los diversos países de América" (Silva Cruz, Carlos. La "Asociación Bibliográfica Pan-Americana". Santiago: Imprenta Universitaria, 1915, p. 3).
En particular, Silva Cruz se centró en el estado de las bibliotecas americanas, presentando como caso la Biblioteca Nacional de Chile. En su texto, indicó que -además de la falta de comunicación entre los bibliotecarios americanos- existía una "tendencia a que los lectores usuarios de las bibliotecas locales escogieran textos franceses y españoles en desmedro de aquellos de autores americanos" (Silva Cruz, p. 4).
Esta falta de difusión de la producción bibliográfica americana llevó a Silva Cruz a proponer la creación de la Unión Bibliográfica Panamericana, alianza que buscaba la colaboración entre las naciones de América para "el intercambio intelectual entre los países en ella representados" (Silva Cruz, p. 9).
Para conseguir esta vinculación entre las bibliotecas del continente, postuló que las instituciones que lideraran tal trabajo debían ser las bibliotecas nacionales de cada país por medio de la creación de una Sección u Oficina Central de Información Bibliográfica Pan-Americana, que estuviera "encargada de suministrar a las demás Bibliotecas del país, a sus Universidades y Colegios, a sus oficinas administrativas y al público en general, todos los datos que se solicitaran respecto de la historia, geografía, la organización política, la estadística y la producción científica, literaria o artística de cualquiera de los otros países de América" (Silva Cruz, p. 9).
Para contar con tales datos, cada una de las oficinas de información bibliográfica panamericana debía tener un fondo con la documentación clasificada y catalogada. Silva Cruz propuso que para la ordenación de las estanterías se utilizara el sistema de clasificación decimal Dewey, que se había implementado en la Biblioteca Nacional en 1912.
A partir de los documentos que iban a aparecer mensualmente, cada oficina debía contar con una reseña de los libros y folletos publicados, los sumarios de las revistas, "una lista de los artículos de valor permanente o de importancia panamericana publicados en la prensa periódica"; y "una reseña de la música nueva publicada o ejecutada, de las producciones dramáticas estrenadas y de las principales obras de arte exhibidas" (Silva Cruz, p. 9).
La propuesta de Silva Cruz contó con el "beneplácito de los congresistas" que asistieron al evento en Estados Unidos; no obstante, en 1926, en un artículo publicado en la revista estadounidense The Hispanic American Historical Review, el investigador James Alexander Robertson (1873-1939) informaba que -a diez años de la intervención de Silva Cruz- el proyecto no se había materializado y "ofrecía las páginas de la revista para crear una base de datos sobre producción bibliográfica americana con los ejemplares de los libros publicados por los autores de ese continente y remitidos a la misma" (Olagüe, Guillermo; Menéndez, Alfredo y Astrain, Mikel. "Internacionalismo científico y Latinoamérica: la participación de Chile en los proyectos europeos documentales contemporáneos (1895-1929)". Cronos. Número 1, 1998, p. 100-102).