La cordillera de los Andes a través del relato de viajeras (1878-1917)

Según diversos testimonios, la cordillera de los Andes fue un desafío geográfico recurrente para mujeres que habitaban los pueblos cercanos, tanto del lado chileno como del argentino, así como para viajeras llegadas desde las capitales de ambos países o desde el extranjero. Estos diarios de viajes dejaron en evidencia fenómenos del momento, como la necesidad de migrar producto de la viudez y de las malas condiciones económicas, además de la carga familiar y doméstica que tuvieron muchas de las mujeres del siglo XIX.
Una característica particular de dichos relatos sobre la cordillera de los Andes es la forma en que estas mujeres plasmaron sus experiencias, sentimientos y reflexiones al momento de llevar a cabo el cruce o de recorrer y observar los paisajes, diferente de los relatos científicos y comerciales de mucha vigencia entre mediados del siglo XIX y las primeras décadas del XX.
Maipina de la Barra (1834-1904) -quien se desempeñó como intérprete de piano, compositora, traductora y que además fue defensora del derecho de las mujeres a la educación, entre otras actividades-, tras separarse de su hija, decidió emprender sola, enferma y a lomo de mula el viaje desde Santiago a Buenos Aires a través del paso de Uspallata (De la Barra, Maipina. Mis impresiones y mis vicisitudes en mi viaje a Europa: pasando por el Estrecho de Magallanes y en mi escursion á Buenos Aires pasando por la cordillera de Los Andes. Buenos Aires: Imprenta de la América del Sur, 1878).
Respecto a la cordillera, De la Barra señaló que esta tuvo un efecto introspectivo en ella, resaltándola como una maravilla de la creación de Dios, haciéndola sentir como un "grano de arena, de impalpable polvo" y que "extasiada" se creyó "transportada a otras esferas" pues su espíritu "tomaba rumbos desconocidos y sublimes, que no acertaba a comprender" (De la Barra, p. 214). Al llegar a Uspallata, Maipina de la Barra se encontró con una antigua conocida y su hija, quienes se dirigían en sentido contrario desde San Juan a Valparaíso.
Un elemento particular de algunos de los viajes de mujeres es la aparición de la familia como compañía en el cruce. Francis Bon Head (1793-1875), por ejemplo, relató su encuentro con una mujer que cruzaba hacia Argentina, por el paso de Uspallata. Según Bon Head, el hijo mayor de esta mujer nació en el refugio de Uspallata años atrás, "había cruzado la cordillera y estaba a punto de mostrar a sus hermanitos el rancho salvaje donde había nacido" (Bond Head, Francis. Las pampas y los Andes. Buenos Aires: Hyspamerica, 1986, p. 94).
Otro de los motivos de viaje fue la aventura y la exploración de nuevos paisajes y territorios. En 1878, Florence Dixie (1855-1905) recorrió la cordillera patagónica, principalmente las Torres del Paine, o como ella las llamó las "agujas" o "penachos de Cleopatra". El viaje de Florence se centró en el relato de la práctica de la caza junto a su esposo y hermanos, su visita a una aldea Tehuelche y la experiencia de acampar sin mayores comodidades que sus provisiones.
Las motivaciones de su travesía fueron el hastío "momentáneo con la civilización y con su entorno" y el deseo de "escapar a algún lugar donde pudiera estar lo más alejada de ella como fuera posible" (Dixie, Florence. Across Patagonia. London: Richard Bentley, 1880, p. 2). Para Dixie la cordillera se presentó como "una maravillosa cadena montañosa que se perdía hacia el oeste en el oscuro pliegue del anochecer. Una misteriosa barrera" frente a la que permaneció "parada sola por un largo rato" ya que la invadió un sentimiento que solo pudo comparar "con una de las grandiosas, severas y aun así, misteriosamente suaves sonatas de Beethoven" (Dixie, p. 143-144).
En las primeras décadas del siglo XX, la docente, corresponsal de prensa y escritora feminista Ada Elflein (1880-1919) se internó por la cordillera de Neuquén, Argentina, y de Valdivia, Chile, navegando los lagos de la cadena montañosa. Acompañada de otras dos mujeres, se movilizó en ferrocarril desde Buenos Aires a Neuquén, y luego en automóvil a San Martín de los Andes y al lago Lacar. En este último tramo conoció a las comunidades mapuche de ese territorio y sus necesidades educativas. A diferencia de los cruces por Uspallata, el realizado por Elflein a través de los lagos cordilleranos estuvo marcado por los bosques del sur, los que describió como "árboles de cuarenta metros de elevación, ya lisos y esbeltos, ya extendiendo ramas horizontales, encorvados como guadañas gigantescas, parecen tocar con sus copas el domo intensamente azul del cielo" (Elflein, Ada. Paisajes cordilleranos: descripción de un viaje por los lagos andinos. Buenos Aires: 1917, p. 63). En el lado chileno, durante la navegación en el lago Perihueico, observó los bosques de ciprés desde los cuales "se yerguen montañas rocosas tachonadas de nieve. A veces, alguna cumbre blanca, como el hermoso cerro del Encanto, asoma y se esfuma cual una visión entre el seno formado por una quebrada, negra de cipreses" (Elflein, p. 64).
Complementos
- El cruce la cordillera de los Andes por el Ejército Libertador (1817)
- Relatos de expediciones e informes sobre la cordillera de los Andes (1779-1803)
- Estudios mineralógicos, geológicos e hidrológicos en la cordillera de los Andes
- La cordillera de los Andes a través del relato de viajeras (1878-1917)
- Representaciones artísticas e iconográficas de la cordillera de los Andes (1820-1920)
- Representaciones de naturalistas extranjeros sobre la cordillera de los Andes
- Relatos de viajeros por el paso de Uspallata (1817-1884)