Manifiesto de poesía decoracionista

En el último número de revista Lecturas, que apareció hacia fines de 1933, Eduardo Anguita (1914-1992) dio a conocer el "Manifiesto de poesía decoracionista". Este manifiesto fue publicado por Anguita a los 19 años, un año antes que su primer libro, Tránsito al fin (1934), y dos años antes que la famosa Antología de poesía chilena nueva (1935), que llevó a cabo junto a Volodia Teitelboim (1916-2008).
El manifiesto postuló la idea de una poesía cuya belleza "nace de las posibles sugerencias subconscientes producidas por combinaciones de sonidos". Para el Anguita joven, "lo más hondo que puede producir" la poesía "es esa sugerencia subconsciente", que "atiende principalmente a halagar el oído (…). De modo que si un gato la escucha recitar, debe quedarse en maravilla. La poesía tendrá significación de música" (Anguita, Eduardo. "Manifiesto de poesía decoracionista". Lecturas. Año II, número 24, 1933, p. 48).
Anguita se refirió al método para llevar a cabo tales poemas. Señaló: "Hágase un poema cualquiera, con su desarrollo, con sentido rítmico y de medida agradable; después reemplácese las palabras, de la mejor manera auditiva, para sugerir, nada más, aunque no haya sentido, sugerir sensaciones, cosas vagas, nada concreto" (Anguita, p. 48).
En el manifiesto, Anguita declaró que la "escuela" de poesía decoracionista tenía relación con la sentencia del escritor simbolista francés Stéphane Mallarmé (1842-1898): "Con ideas no se hace poesía, sino con palabras"; y con "algunos poemas" del español Francisco de Quevedo (1580-1645), aunque sin precisar cuáles (Anguita, p. 48).
En territorio chileno, indicó que el precursor "más lejano, aunque de menor mérito" de esta poesía fue Pedro Antonio González (1863-1903) y como "gran precursor" aludió a Juvencio Valle (1900-1909) (p. 48).
En el momento de aparición del manifiesto, señaló que había poetas que simpatizaban con esta escuela. En particular, mencionó a Claudio Costa y su poema "Canción de cuna", pues en él no había "nada de afectivo. Nada de conceptos ni de profundidad" (Anguita, p. 48). Claudio Costa Casaretto (1914-1999) era un estudiante de medicina de la Universidad de Chile, conocido como el "Loco Costa", quien, además de escribir poemas, organizó el concierto de organillos de la Fiesta de la Primavera de 1933 (Mundt, Tito. Las banderas olvidadas. Santiago: Editorial Orbe, 1964, p. 49).
El manifiesto decoracionista fue publicado junto con dos poemas firmados por Anguita -"Cantar a los nocturnales" y "Claro de luna"- y el poema "Viaje hacia el oeste" de E. Valenzuela G.
Al año siguiente de la aparición de este manifiesto, Luis Enrique Délano (1907-1985) -quien era director de Lecturas en el momento de su publicación-, dio a conocer el artículo "Esquema de la poesía joven en Chile" en la revista Atenea. Este esquema se refirió a la poesía escrita en Chile a partir de 1920, año que consideró como el del nacimiento de una "nueva mentalidad", así como "el tiempo preciso en que nuestros poetas, pintores y músicos comienzan a sentir el cansancio de las formas y de las fórmulas hasta el momento empleadas" (Délano, Luis Enrique. "Esquema de la poesía joven en Chile". Atenea. Año XI, tomo XXVIII, número 113, noviembre de 1934, p. 25-26).
En el artículo de Délano, el "curioso caso de Eduardo Anguita" cierra el esquema de la poesía joven. Para el autor, la poesía decoracionista, "que por cierto nadie ha tomado en serio, consiste en desligar las palabras de todo sentido lógico o cotidiano, y aun, en descomponerlas en sílabas y letras. Se trata de sugerir, sugerir por el oído, a riesgo de que desaparezcan absolutamente todo control, toda razón" (Délano, p. 35).
En 2007, Juan Andrés Piña (1953-) publicó el libro Conversaciones con la poesía chilena, en el que presentó entrevistas a algunos poetas chilenos que escribieron durante el siglo XX. En la conversación con Eduardo Anguita, este autor, en visión retrospectiva, comentó que el movimiento fue "una intención de escuela" de cuando él tenía "muy poca edad y mérito" y que consistió en preconizar la vanidad primordial del factor musical, auditivo, de las palabras y fraseos de un poema" (Anguita, Eduardo. "Eduardo Anguita. Poesía y hechicería". Conversaciones con la poesía chilena. Santiago: Lolita Editores, 2019, p. 61).
Respecto de su valoración en el contexto de la obra de Anguita, estos poemas no fueron recogidos en las dos ediciones de la antología Poesía entera -1971 y 1994- ni en el dossier "Rescate de Eduardo Anguita" que hizo la revista El navegante en 2005 (Cussen, Felipe. "Eduardo Anguita: casi un decoracionista, casi un poeta sonoro". En Fernández, Braulio y Rioseco, Marcelo. Anguita 20/20. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 2012, p. 79).
No obstante, se ha indicado que el "Manifiesto de poesía decoracionista" dio cuenta de las "inquietudes múltiples" del autor, que lo muestran con "un perfil distinto de aquel poeta usualmente calificado como religioso y filosófico, un poeta cuya mejor característica sería, precisamente, su profundidad" (Cussen, p. 79).
Complementos
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- Guillermo Labarca Hubertson (1879-1954)
- Leyendo para el lector
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- Luis Enrique Délano en Lecturas
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