primeras exposiciones
En Chile, como en gran parte del mundo, la utilización del grabado en artes visuales ocupó una posición secundaria con respecto a la pintura, que ha gozado de una preeminencia histórica en el ámbito de las artes visuales. Como técnica de reproducción accesible y de bajo costo, el grabado, al distanciarse de la idea de obra de arte como objeto único, vio postergado por siglos el pleno desarollo de sus posibilidades materiales y expresivas.
En 1956, Nemesio Antúnez, fascinado por las posibilidades de las técnicas de grabado para la creación artística, fundó junto con otros artistas el Taller 99, un espacio dedicado íntegramente a la investigación y creación de obras por medio del grabado.
A medida que esta técnica fue adquiriendo mayor prestigio y se empezaron a explorar sus potenciales específicos, el grabado dejó de ser considerado un pariente pobre de la pintura, el oficio se profesionalizó y se efectuaron las primeras exposiciones dedicadas únicamente al grabado. Cabe recordar entre ellas la Exposición Internacional del Grabado Contemporáneo celebrada en 1957 en el Museo de Bellas Artes y las Bienales Americanas de Grabado realizadas entre 1963 y 1970 en el Museo de Arte Contemporáneo, que constituyeron un hito en la difusión del grabado en Chile.