Subir

Alborada (1930-1946)

Inés Echeverría Bello, quien perteneció a la élite social, económica e intelectual de Chile de la primera mitad del siglo XX, comenzó la publicación de su proyecto literario Alborada hacia la década de 1930, bajo el seudónimo de Iris.

Alborada apareció en tres series, que sumaron, en total, seis libros: Cuando mi tierra nació, el primero de ellos, fue publicado en el año 1930 y, según la nomenclatura usada por la autora en la información paratextual de los volúmenes, correspondió en sí mismo a la primera serie y llevó el subtítulo de "Atardecer". En 1942, Iris inició la publicación del segundo grupo de obras, Cuando mi tierra nació, que apareció en dos tomos, con el subtítulo "Noche". La última serie, Cuando mi tierra fue moza, salió a la luz entre 1943 y 1946 en tres tomos, bajo el subtítulo "Amanecer".

En un primer momento, la recepción crítica de la obra de Iris se refirió a Alborada como un conjunto de novelas históricas, por su alusión novelada a distintos momentos de la historia de Chile: la primera serie refiere al periodo entre fines de la Colonia e inicios del proceso independista en Chile, específicamente, a los años entre 1810 y 1814; la segunda a sucesos acaecidos entre 1860 e inicios de 1880; y, la tercera, al periodo entre 1915 y 1920, focalizado el último libro, específicamente, en la campaña política de Arturo Alessandri Palma (1868-1950).

Sin embargo, estudios críticos publicados durante el siglo XXI han establecido la complejidad genérica de la obra, que rebasa la etiqueta de novela histórica. En este sentido, Bernardo Subercaseaux observó que, si bien las dos primeras series de Alborada se apegarían a las convenciones de la novela histórica, la última serie tendría, por un lado, rasgos de novela en clave, debido a las señas a personajes públicos y situaciones de las primeras décadas de la sociedad chilena y, por otro, presentaría pasajes testimoniales y documentales referidos, por ejemplo, al Club de Señoras de Santiago y a la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile ("Las mujeres también escriben malas novelas". Revista Chilena de Literatura. Número 56, 2000, p. 99-100).

Este carácter memorialístico de la última parte de la trilogía ha sido leído también en consonancia con la presencia de rasgos autobiográficos, pues en la obra aparece el personaje de Inés Echeverría, mujer de la élite chilena, y Héctor Bello, quien referiría, según la investigadora Montserrat Arre Marfull, el alter ego de la autora. Iris se presentaría como varón para poder expresar ideas controversiales, tales como críticas a su propia familia, a su clase social y hacia el clero (Arre Marfull, Montserrat. "De Sangre y de Raza: imaginarios nacionales y biográficos en una escritora de la élite. Chile en la transición siglos XIX-XX". Crespo-Vila, Raquel y Pastor, Sheila. Dimensiones. El espacio y sus significados en la literatura hispánica. Madrid: Biblioteca Nueva, 2017, p. 33-44).

Alborada ha sido leída como una "interpretación de la vida" de Chile desde una mirada feminocéntrica -es decir, "desde la visión de sus personajes mujeres"- que aparece en un contexto político-social en el que se discutía el rol público de la mujer en Chile (Prado Traverso, Marcela. "Análisis de la trilogía histórico literaria. Alborada". Escritoras chilenas de la transición. Siglo XIX a XX. Valparaíso: Universidad de Playa Ancha, [2019], p.126).

En línea con esta interpretación de la historia desde las mujeres protagonistas, también se ha leído Alborada como obra teosófica. La teosofía fue un movimiento o doctrina de carácter místico que "intentaba la convergencia de la ciencia y la religión en una interpretación holística sobre la realidad, la humanidad, el pasado y el futuro" y que Inés Echeverría conoció hacia fines del siglo XIX (Arre Marfull, p. 162). La influencia de la teosofía se permearía tanto en el lenguaje alegórico y profético utilizado, como en la propuesta de una regeneración de la nación chilena, desde la idea de la regeneración de la raza. Las protagonistas de sus libros son las llamadas a "iluminar" el camino para alcanzar esa renovación y son quienes representan características fenotípicas y genealógicas vinculadas a aquel grupo de personas que debían liderar la "alborada" de Chile: "La raza que se espera pueble Chile en el futuro debe ser ágil, joven, espiritual, libre y, por supuesto, blanca, como lo eran sus protagonistas, las visionarias del futuro" (Arre Marfull, p. 273). En otras palabras, en la propuesta profética de Iris, la mujer de élite era la llamada a guiar "el devenir intelectual y político de la Patria" (Arre Marfull, p. 311).