Primer Congreso Nacional
Una de las principales preocupaciones que tuvo el bando independentista durante los primeros años de la Independencia fue la utilización de antiguas instituciones como el cabildo y la creación de otras nuevas, de carácter moderno e ilustrado, para dar forma al nuevo estado. En ese sentido, tras el llamado a cabildo abierto en septiembre de 1810, se crearon la Junta de Gobierno y las juntas provinciales para administrar y gobernar el país mientras el rey Fernando VII estuviera cautivo. Entre las obras realizadas por la Junta estuvo el dictamen de un reglamento electoral para conformar un Congreso representativo de las diferentes provincias.
Los miembros de este primer Congreso Nacional fueron electos entre los ciudadanos más notables de los veinticinco partidos en que estaba dividido el territorio, eligiendo un diputado por cada uno de ellos, a excepción de Santiago que fue representado por seis, Concepción por tres y Coquimbo, Talca, Chillán y San Fernando por dos.
Finalmente, el Congreso se compuso de setenta y tres miembros, entre diputados propietarios y suplentes, y quedó dividido en tres partidos o grupos políticos claramente identificados. Por una parte, los fieles al rey o godos como los diputados José Miguel Infante -quien pasó posteriormente al bando patriota-, Fernando Errázuriz y el coronel del ejército José Díaz Muñoz; los denominados indiferentes, que no tomaron partido por uno u otro bando, destacando entre ellos José Santiago Portales y Juan Antonio Ovalle; y finalmente los patriotas, entre quienes figuraron Francisco de la Lastra, Francisco Ramón Vicuña, Juan Egaña, Manuel de Salas, Bernardo O´Higgins, José María Benavente y Manuel Recabarren, entre otros (Archivo Nacional, Archivo de don Bernardo O´Higginis, Tomo I, Santiago: Editorial Nascimento, 1946, p. 144-146).
En este primer cuerpo legislativo predominaron las ideas conservadoras, tendientes a mantener el orden colonial y defender las posesiones del rey en su ausencia. Frente a esta postura, los diputados patriotas, sobre todos los de Concepción y algunos de Santiago, exigieron reformas más profundas como la libertad de imprenta, libertad de comercio y mayor autonomía para las regiones, sin embargo, al no lograr los acuerdos necesarios se retiraron del Congreso y comenzaron un movimiento separatista (Eyzaguirre, J., Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile, Santiago: Editorial Universitaria, 1979).
En 1811 José Miguel Carrera retornó a Chile y se incorporó al bando patriota. Al mismo tiempo dio un golpe de Estado para intervenir el Congreso y expulsó al sector más moderado reincorporando a los diputados más exaltados que, con anterioridad, se habían retirado. Bajo la influencia y presión de Carrera, quien tomó la dirección de los cuerpos militares, el Congreso comenzó una serie de reformas como la creación de la Intendencia de Coquimbo y del Tribunal Supremo Judicial, dictó la ley de libertad de vientres y la provisión de la entrada de nuevos esclavos, y la promulgación de un Reglamento Constitucional Provisorio que precedió las futuras constituciones republicanas.
Dicho Reglamento determinó un nuevo sistema de elecciones denominada "elección por suscripciones". Este consistió en que la Junta de Gobierno proponía los nombres de los candidatos a diputados y otros cargos públicos, los enviaba en un libro a las provincias y, así, los votantes firmaban al lado de los nombres de su preferencia. Además, el apartado VII del Reglamento definió la existencia de un Senado "compuesto de siete individuos, de los cuales uno será presidente, turnándose por cuatrimestres, y otro secretario. Se renovará cada tres años, en la misma forma que los vocales de la junta. Sin su dictamen no podrá el gobierno resolver los grandes negocios que interesen la seguridad de la Patria" (Reglamento constitucional provisorio del pueblo de Chile, Santiago: Imprenta del Gobierno, 1812, p. 6).
La existencia de ese Senado puso fin al anterior Congreso. Se determinó la elección por suscripción para los senadores, los que eran representativos, y quedó compuesto por dos senadores por Concepción, dos por Coquimbo y tres por Santiago. Dicho cuerpo senatorial tuvo facultades legislativas y de consejero del gobierno, además que promulgó decretos relativos a la hacienda pública, la organización política de las provincias, la discusión sobre la libertad de imprenta, el envío de delegados a las cortes de Cádiz, los primeros reglamentos de policía, la definición de instituciones de justicia, entre otros asuntos públicos (Anguita, R., Leyes promulgadas en Chile: desde 1810 hasta el 1o. de junio de 1913, Santiago: Imprenta Barcelona, 1913).
Las diferencias entre los miembros del Senado con José Miguel Carrera -quien terminó por clausurarlo y monopolizar el poder-, y de este con el grupo de patriotas liderados por Bernardo O´Higgins y Juan Martínez de Rozas, sumado al inicio de las beligerancias entre criollos y españoles, hicieron imposible la continuidad de esta institución legislativa. Tras diversas batallas entre 1813 y 1814, la firma del Tratado de Lircay y la posterior derrota patriota, se puso fin a este primer periodo de experimentación y funcionamiento del Congreso Nacional.