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Ballet de Arte Moderno

El Ballet de Arte Moderno, BAM, fue fundado el 13 de abril de 1959. Un año antes Octavio Cintolesi había recibido una invitación por parte del Teatro Municipal para fundar un cuerpo estable de ballet que apoyara los espectáculos de la ópera. Al llegar a Chile se encontró con poco más que buenas intenciones. No existía conjunto alguno y tampoco tenía a su disposición intérpretes profesionales formados en la técnica clásica. Por esta razón, decidió organizar una escuela de verano, convocando a nuevos integrantes y a los antiguos alumnos de la escuela clásica que Vadim Zulima había desarrollado bajo el alero del Teatro, con el fin de formar un elenco para su trabajo. El grupo comenzó a reunirse en una pequeña sala de la capital, ubicada en la calle Almirante Montt. No era más que un pequeño espacio apodado por sus alumnos como "la sardinera".

Luego de trabajar arduamente en una serie de obras, el Teatro Municipal le pidió a Cintolesi que se presentara junto a sus alumnos en el escenario. El éxito fue instantáneo. El conjunto recibió la invitación por parte del Teatro para convertirse en el elenco estable de la institución, lo que implicaba percibir una subvención e integrarse al trabajo de creación junto con la Orquesta Filarmónica de Chile. Todo ello fue posible gracias a las gestiones de Mónica Bordeau y el regidor Osvaldo Márquez, además del apoyo del Presidente de la República de la época, Jorge Alessandri. Al cumplir un año de vida, se convirtieron en una entidad con personalidad jurídica que incluyó un directorio encargado de velar por su administración.

Con la creación de este conjunto, Cintolesi logró poner en la escena nacional los grandes clásicos universales del ballet. Para ello trajo a los más señeros exponentes de la corriente clásica, como Margaret Dale, Tamara Taumanova, Nicolás Beriosoff, Margot Fonteyn, Michael Somes, Roger Fenonjois, Alexander Tomsky y Serge Lifar.

En 1965, el conjunto cambió de nombre a Ballet Municipal de Santiago, constituyéndose como el cuerpo estable de la Corporación Cultural de Santiago. Cintolesi abandonó la dirección del ballet en 1966, la que pasó a manos de Charles Dickson hasta 1967. Con su llegada, el repertorio dio un vuelco definitivo hacia la danza clásica tradicional, abandonando su origen moderno. Entre 1968 y 1970 asumieron la dirección Blachette Hermansen y Norman Dixon, coreógrafo inglés. A finales de los años setenta el conjunto se redujo pues la mayoría de sus integrantes viajaron al extranjero, entre ellos Elba Rey, Edgardo Hartley, Jaime Pinto, Xenia Zarcova, Sergio Zúñiga y Fernando Cortizo. En esta misma época, Yolanda Montecinos asumió la dirección de la Escuela del Ballet, mientras que la dirección del ballet fue tomada por la maestra lituana Genovaite Sabaliuskaite, discípula de Agrippina Vaganova. En este período la compañía volvió a cambiar de nombre a Ballet del Teatro Municipal. Luego, se sumaron nuevos directores: Alexander Prokofiev, coreógrafo ruso (1972-1973); Rosario Llansol (1973-1975), Blanchette Hermansen (1975-1979).

Al comienzo de la década de los ochenta, Octavio Cintolesi regresó y retomó la dirección del grupo por un breve período. Durante este tiempo, contrató a la bailarina uruguaya Sara Nieto, con la que realizó el montaje de la Consagración de la Primavera. A lo largo de la década de los ochenta asumieron la dirección nombres como los de Luz Lorca (1981-1982), el maestro húngaro Ivan Nagy (1982-1986), el inglés Dennis Poole (1986-1989) y el húngaro Imre Dosza (1989-1990), hasta que Luz Lorca retomó el mando al inicio de la década de los noventa.

Junto al nombre de Octavio Cintolesi, sin duda destaca el de Ivan Nagy, quien incorporó nuevas propuestas a las creaciones del cuerpo de baile. Esto permitió dar nuevos aires al conjunto, que llevaba varios años sin una renovación interna. La fierecilla domada fue su obra más importante. En la actualidad, la compañía continúa su actividad bajo el nombre de Ballet de Santiago.