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Abrió sus puertas

A mediados del siglo diecinueve había un amplio consenso sobre la necesidad de construir un teatro que sirviera a las necesidades artísticas de la capital. Fue así como, bajo el gobierno de Manuel Montt, se le encargó al profesor y arquitecto francés Francisco Brunet de Baines y al ingeniero civil Augusto Charme, la construcción de los planos para cumplir con dicho objetivo.

Debido a la muerte de Brunet, la obra fue encargada a los arquitectos Luciano Hénault, primero, y Manuel Aldunate, después. La obra gruesa, a cargo de M. Lafourcade, quedó terminada en 1856. Lo que quedaba era la decoración interior, tarea que fue encargada a prestigiados artistas entre los que destacaba el francés Henri Philastre, creador del telón de boca del teatro, las decoraciones interiores de los palcos y plateas, un salón gótico y un salón francés estilo Luis XIV.

La construcción era en base a ladrillo, sin estuco exterior. Se entraba por un vestíbulo de espejos y contaba con un foyer de gran amplitud. En la sala, con plateas tapizadas en terciopelo rojo y palcos divididos por columnas blancas, destacaba una enorme lámpara de gas de cristales de Baccarat.

La inauguración oficial se realizó el 17 de septiembre de 1857 por el Intendente señor Manuel Talavera, con la presencia de 2 mil quinientos asistentes. En aquella ocasión se presentó la ópera Hernani, de Giusseppe Verdi. Se constituyó así, uno de los principales centros de actividad social de la aristocracia santiaguina.

De ahí en adelante, los santiaguinos disfrutaron de prestigiosas presentaciones, tanto de Chile como del extranjero, asunto en el cual era sumamente importante la cooperación económica de personalidades tales como José Tomás Urmeneta, Domingo José de Toro, José Santos Pérez y los hermanos Rodríguez Peña. Durante aquella primera temporada de ópera se presentaron obras como: La Traviata, Macbeth, Rigoletto y muchas otras.

El prestigio internacional lo adquirió a partir de la década de 1860. Una muestra de ello fue la presentación, a fines de 1870, de la afamada cantante Carlota Patti, quien se acompañó en aquella ocasión por el tenor Vicente Antenori, el pianista Paul Ritter y el violinista Pablo Sarasate. Pocos minutos después de una de las presentaciones de la cantante y afortunadamente ya sin la presencia de público, el 8 de diciembre, el Teatro sufrió un voraz incendio que lo redujo a cenizas. Hubo dos víctimas fatales: el bombero Germán Tenderini y el tramoyista Santiago Quintanilla.

Santiago se quedaba sin un teatro de categoría al cual pudiesen venir espectáculos de alta calidad artística.