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Desarrollo de la tipografía en los movimientos obreros (1900-1930)

Hacia fines del siglo XIX, a pesar de las medidas estatales que promovieron la instrucción primaria pública, los sectores populares presentaban la mayor tasa de analfabetismo en el territorio nacional. En este contexto, los trabajadores de imprentas tipográficas eran una excepción, constituyéndose, además, en pioneros en el desarrollo de los movimientos obreros en el país a partir de la creación de sociedades organizadas (Castillo, Eduardo. Puño y letra. Movimiento social y comunicación gráfica en Chile. Santiago: Ocho Libros, 2006, p. 29).

Durante ese mismo período, en las ciudades de Santiago y Valparaíso, surgieron varios talleres de imprenta medianos y pequeños que entregaron alternativas para la comunicación "de material ideológico difícil de producir en las grandes imprentas como Cervantes, Barcelona y Universo, propiedad de los sectores más conservadores de la sociedad" (Castillo, p. 30).

Respecto de las familias de fuentes tipográficas utilizadas en estos talleres que fueron la cuna de la prensa obrera, predominaron las conocidas como romanas modernas, también llamadas transicionales. Estas fuentes provenían principalmente de Estados Unidos y eran vendidas en Chile por la Compañía Americana, ubicada en el centro de Santiago, como consta en el catálogo Mostrario de tipos, adornos, orlas y rayas de la American Type Founders de 1900.

Este grupo de fuentes transicionales obtuvo su nombre del proceso de "transición" ocurrido en el siglo XVIII entre las tipografías antiguas u old style y las modernas o didonas (Soca, Ana Inés. Tipografía II. Apunte de Cátedra interactivo. Buenos Aires: Cátedra FILA, carrera de Diseño en Comunicación Visual, Facultad de Artes, Universidad Nacional de La Plata, 2019, p. 10, recuperado de catedratecno1.com.ar/teoria.html).

Con la creación de estos talleres, aparecieron diversos periódicos de "orientación clasista", la que se expresaba "a través de sus páginas literarias, su propaganda a la instrucción y alejamiento de los vicios entre los obreros; su especial preocupación por el movimiento obrero nacional e internacional y por los partidos socialistas extranjeros" (Arias Escobedo, Osvaldo. La prensa Obrera en Chile 1900 - 1930. Chillán: Universidad de Chile, 1970, p. 86).

Entre las publicaciones de la prensa obrera surgidas en los pequeños talleres de imprenta a comienzos del siglo XX, se cuentan periódicos como El Despertar de los Trabajadores (1912-1927) -fundado, entre otros, por Luis Emilio Recabarren (1876-1924), quien en su juventud aprendió el oficio de tipógrafo-, también medios impresos relacionados con el Partido Demócrata como El Proletario (Tocopilla, 1904-1935) y La Voz del Obrero (Taltal, 1902-1917), además de casos de prensa obrera producida por mujeres como La Alborada (1905-1907), dirigido por Carmela Jeria Gómez (1886-1966), y La Palanca (1908).

La prensa obrera fue "objeto de persecución política y hostigamiento por parte de los gobiernos de la época" debido a sus propósitos de denuncia, visibilización de los sectores populares y de promoción de "demandas sociales largamente postergadas" (Castillo, p. 32). Por esta razón, entre otras, en 1906 se creó la Federación de Obreros de Imprenta, entidad "de resistencia" con carácter anarcosindical (Castillo, p. 35).

Tras la tragedia de la Escuela Santa María de Iquique sucedida en diciembre de 1907, el movimiento obrero se debilitó, para comenzar a reconstituirse hacia 1912 con la fundación del Partido Obrero Socialista, agrupación que en 1922 fundó el Partido Comunista. En el contexto específico de los obreros gráficos, el 18 de septiembre del año 1919, se vivió en la ciudad de Santiago un hito con la celebración del Primer Congreso Gráfico Chileno.

A esta primera versión del Congreso realizado a instancias de la Sociedad Unión de los Tipógrafos, concurrieron "en número de 33, delegados de: Valparaíso, Taltal, Antofagasta, Santiago, Talca, Chillán, Temuco y Valdivia". La junta organizadora del Congreso estuvo conformada por "Julio Valiente, Florencia Rozas, Lisandro Alvarado, Félix López y cinco vocales". En sus bases se propusieron como objetivos principales: "Propender al acercamiento de todos los gráficos de la República", así como "procurar la constitución de una sola entidad gráfica, con ramificaciones" en todo el país ("El congreso gráfico". Numen. Año I, número 24. Santiago, 27 de septiembre de 1919, p. 6).

En la ocasión se debatieron diversos temas como: la jornada de trabajo de ocho horas; la reglamentación del trabajo de menores en los talleres gráficos; la labor de las obreras gráficas y "la igualdad de condiciones con el operario hombre según sus aptitudes"; además de la contemplación -en la Ley de accidentes laborales- de la especificidad de los accidentes en el trabajo de tipógrafos, linógrafos y otros obreros del "arte gráfico" ("El congreso gráfico", p. 6).

En 1921 se realizó en Valparaíso una segunda versión del Congreso. En esta oportunidad, "los obreros gráficos lograron consolidar una organización nacional, la Federación Obrera de Imprenta de Chile (FOICH)", que ya se había anunciado como objetivo en el primer Congreso. Esta federación estuvo "integrada por los sindicatos de las imprentas de obras (no dependientes de empresas periodísticas)", tuvo una "orientación anarcosindical" y contó "con seccionales en Valparaíso, Santiago, San Fernando, Curicó, Talca, Linares, Chillán, Concepción, Chiguayante, Temuco, Valdivia, Osorno, Coquimbo y Ovalle" (Castillo, p. 35).