Subir

Antecedentes de la tipografía en Chile (1748-1817)

El sacerdote jesuita Carlos Haimbausen introdujo en 1748 los primeros tipos móviles al territorio nacional. En un viaje de regreso desde Europa, al pasar por Buenos Aires, manifestó que llevaba "cinco cajones para imprenta de libros" que iban a ser utilizados en Chile (Furlong, Guillermo; Orígenes del arte tipográfico en América. Buenos Aires: Huarpes, 1947, p. 107). El historiador Domingo Amunátegui Solar constató que una vez en el país, cuando los oficiales reales abrieron esos cinco cajones, "hallaron ser de instrumentos para imprenta de libros" (Amunátegui Solar, Domingo. "La primera imprenta chilena se debió a la Compañía de Jesús". Revista Chilena de Historia y Geografía. Volumen 74, número 78, Santiago: Imprenta Universitaria, 1933, p. 82-87). Sin embargo, no hay registros de ningún documento que haya surgido de la imprenta traída al país por la Compañía de Jesús, situación que pudo deberse, en parte, al veto impuesto a la imprenta por las autoridades españolas (Osses, Roberto. Orígenes de la tipografía en Chile. Impresos de la Colonia y la Independencia. Santiago: Biblioteca Nacional, 2017, p. 61).

Según José Toribio Medina (1852-1930), este veto se prolongó durante gran parte del siglo XVIII, pues: "Felipe V dejó dispuesto que no se imprimiese papel alguno, por diminuto que fuese, sin las aprobaciones y licencias prevenidas; y que Fernando VI, temeroso aún de que las disposiciones restrictivas vigentes no fuesen todavía bastantes, ordenó que 'ningún impresor pudiese imprimir libros, memorial u otro papel alguno suelto, de cualquier calidad o tamaño, aunque fuese de pocos renglones, a excepción de las esquelas de convites y otras semejantes, sin que le constara y tuviese licencia del Consejo, o del juez privativo y superintendente general de imprenta, pena de dos mil ducados y seis años de destierro'" (Medina, José Toribio. Bibliografía de la imprenta en Santiago de Chile desde sus orígenes hasta febrero de 1817. Santiago de Chile: Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, 1961, p. 15-16).

El primer impreso realizado en el país del que se tiene registro data de 1776 y corresponde a Modo de ganar el Jubileo Santo. Este folleto religioso -compuesto con fuentes tipográficas de un estilo conocido como garaldas- fue descubierto en 1910, por Ramón Laval (1862-1929), cuando trabajaba en la Biblioteca Nacional.

Con posterioridad al Modo de ganar el Jubileo Santo, entre 1776 y 1810, se ha identificado una serie de publicaciones impresas en condiciones precarias: "Se trató de ediciones muy reducidas, provenientes de las llamadas 'imprentas coloniales' que en rigor eran modestos talleres artesanales donde hasta el año 1812 tuvo lugar el arte de imprimir en Chile" (Álvarez Caselli, Pedro. Historia del diseño gráfico en Chile. Santiago: Consejo Nacional del Libro y la Lectura, 2004, p. 25).

Los otros impresos realizados durante el periodo colonial de los que se tiene noticia corresponden a "dos tesis académicas y dos invitaciones" que datan de 1780, además de "cinco hojas sueltas con reglamentos de la orden dominica" datadas en 1783 (Osses, p. 59).

Respecto de los implementos tipográficos usados durante este periodo, se tiene noticia de que en 1787 fueron renovados "y se usaron hasta 1789". Con estos nuevos implementos "se elaboraron algunas esquelas fúnebres". Nuevos tipos de plomo "aparecieron en 1800, con los cuales incluso se llegó a publicar un par de pequeños libros; sin embargo, por causas que se desconocen, ese material desaparece a fines de 1802 y de ahí en adelante se continuó imprimiendo con los tipos viejos y maltrechos" (Osses, p. 59). Con la llegada de esos nuevos tipos de plomo en 1800, surgió la figura de José Camilo Gallardo (1774-), quien es considerado "el primer tipógrafo chileno".

Luego de la Junta de Gobierno en 1810, las nuevas autoridades locales, además de encargar armas y municiones, importaron todos los materiales para instalar el primer taller de imprenta en Chile. Junto a los materiales, el 21 de noviembre de 1811, arribaron al país tres tipógrafos norteamericanos: Samuel B. Johnston, William Burbidge y Simon Garrison. Todos los impresos producidos en Chile desde la instalación de este taller en 1811, hasta 1817, salieron de la misma prensa y se compusieron con los mismos tipos de metal. Junto a la Aurora de Chile (1812-1813) y El Monitor Araucano (1813-1814) vieron la luz proclamas de lucha, el Reglamento constitucional provisorio del pueblo de Chile (1812) y otros documentos.

Recientes investigaciones han develado que las fuentes utilizadas en la composición de la Aurora de Chile (y, por lo tanto, en muchos otros documentos fundacionales del país) son de origen británico y norteamericano y que, en ambos casos, se les puede clasificar estilísticamente como transicionales o neoclásicas. Los diseñadores de estas fuentes fueron el británico Richard Austin y los estadounidenses Archibald Binny y James Ronaldson (Osses, p. 121-139).