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Asociaciones de profesores

Las asociaciones de profesores fueron fundadas para diversos propósitos, tales como canalizar sus demandas en materia de educación y condiciones laborales, intercambiar ideas sobre didáctica y métodos de enseñanza, promover la solidaridad entre los colegas, contribuir al perfeccionamiento profesional, entre otros.

Las primeras organizaciones fueron la Sociedad de Preceptores de Santiago (1847) y la Sociedad de Amigos de la Educación (1890). Además, después del Congreso General de Enseñanza de 1902, se creó la Sociedad de Profesores de Instrucción Primaria (1903), la Asociación de Educación Nacional (1904) y la Sociedad Nacional de Profesores (1909). La labor que realizaron quedó reflejada en sus publicaciones periódicas, entre las que se encontraban las revistas Senda Nueva, Renovación y Signos.

Para contribuir al perfeccionamiento profesional, los profesores organizaron cursos de especialización a lo largo del país y promovieron viajes de estudios. En 1905, gracias a los contactos de la Asociación de Educación Nacional, "se logró gestionar que el gobierno enviase a estudiar a Estados Unidos a algunos maestros chilenos interesados en conocer las nuevas ideas de educación" (Vera, María. Historia de la educación: proceso de formación de profesores en Chile, p. 40). Con ello, se inició un proceso de formación docente distinto al de los profesores alemanes contratados para enseñar en el Instituto Pedagógico, puesto que esta vez fueron profesores chilenos los encargados de introducir en el país los conocimientos pedagógicos de otros lugares del mundo, lo que de acuerdo a María Cecilia Vera, "hacía más probable su adaptación a la realidad nacional" (Historia de la educación…, p. 40).

El mejoramiento de la educación pública fue otra de las luchas lideradas por las asociaciones y especialmente por la Sociedad Nacional de Profesores, la que según su primer presidente Enrique Oyarzún respondió a "la necesidad de fundar una institución de maestros que se preocupara, con mayor intensidad, de los intereses de la educación" (Sociedad Nacional de Profesores. Boletín Mensual (1), p. 2). La labor de esta y otras asociaciones, se tradujo en propuestas para reformar la educación pública y la organización de congresos, donde se discutieron los cambios que eran necesarios para mejorar la enseñanza.

No obstante, a medida que los movimientos sociales de principios del siglo XX comenzaron a tomar fuerza, los gobiernos de turno comenzaron a frenarlos (cf. Grez, Sergio. Los anarquistas y el movimiento obrero). Las asociaciones de profesores también fueron reprimidas por las autoridades. En 1934 los profesores fueron vinculados con el movimiento de obreros y campesinos y reprimidos por el gobierno de Arturo Alessandri Palma. Ese año, la Asociación Gremial de Educadores de Chile denunció en su revista Renovación que las "organizaciones combativas del gremio" y sus líderes fueron coartados "para sofocar la acción renovadora de métodos y prácticas envejecidos" (Renovación (1), p. 1).

Asimismo, durante la dictadura, la represión le costó a algunos profesores "el trabajo, la libertad y la vida" (Castillo Velasco, Fernando. AGECH. Signos (7), p. 3). Las asociaciones del profesorado fueron disueltas y, en 1974, se creó por Decreto-Ley el Colegio de Profesores de Chile. Sin embargo, los profesores siguieron organizándose y en 1985 crearon la Asociación Gremial de Educadores de Chile. En palabras de Fernando Castillo Velasco, los maestros congregados bajo esta asociación "tienen conciencia que su misión no se detiene ni se limita a las salas de clases" (AGECH. Signos (7), p. 3).