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prácticas parlamentarias

En el Congreso Nacional, los parlamentarios disponían de un conjunto de mecanismos legales conocidos como "prácticas parlamentarias", las que les permitían dominar a su voluntad al Presidente de la República y provocar cambios de gabinete a su arbitrio.

El primero de estos métodos consistía en la obstrucción indefinida de un proyecto de ley. Aprovechando que el reglamento no permitía la clausura del debate, los opositores a un proyecto prologaban indefinidamente sus argumentos para evitar que la discusíón se clausurara y se llegara a la instancia de la votación de la ley en cuestión. Asimismo y con idéntico fin, abandonaban la sala para impedir el quórum legislativo o devolvían los proyectos a comisiones en forma indefinida para evitar el avance legislativo, entrampándolo en eternas negociaciones hasta conseguir sus objetivos de modificar o rechazar una determinada ley.

Otra de las prácticas utilizadas, eran las constantes censuras e interpelaciones a los ministros con el fin de derribar un gabinete y provocar la llamada "rotativa ministerial", la que significaba que los ministros duraran sólo meses en sus puestos, con la consiguiente perturbación de la administración del país, salvada sólo por la permanencia de los subsecretarios y jefes de servicio. De esta forma los parlamentarios podían dominar al Poder Ejecutivo y obtener beneficios de toda índole, a cambio de obstaculizar la marcha del país y provocar, al mismo tiempo, su propio desprestigio.