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Actrices del período mudo

Entre la gran cantidad de actrices chilenas que participaron en el cine mudo, se gestó un grupo más o menos estable. Algunas de ellas provenían del mundo del espectáculo, pero para la mayor parte actuar en el cine fue una de tantas actividades en las que trabajaron durante su vida.

Las producciones del director argentino Arturo Mario, Alma chilena (1917), Todo por la patria (1918), La Avenida de las Acacias (1918) y Manuel Rodríguez (1920), fueron protagonizadas por María Padín, actriz argentina. En ellas hicieron su debut María Quezada (Alma chilena, Todo por la Patria), quien actuaría más tarde en La tarde era triste (Luis Romero y Z, 1924) y en Ideal y carne (Luis Rojas Gómez, 1926); Isidora Reyé (La avenida de las Acacias, Manuel Rodríguez), quien más tarde actuaría en Los payasos se van (Pedro Sienna, 1921); y Clara del Castillo (Manuel Rodríguez), quien participaría luego en Mater dolorosa (1925), de Alberto Santana, en Canta y no llores, corazón (1925), Destino (1926) y Vergüenza (1928), de Juan Pérez Berrocal.

En 1923, debutó en Por la razón o la fuerza, de Alberto Santana, Alma Zinska, quien luego actuaría en Almas Perdidas (Antonio Acevedo Hernández, 1923), ¿Por qué delinquió esa mujer? (Marcelo Derval, 1924) y El leopardo (Luis Rojas Garcés, 1926). En 1924, Santana realizó las películas Esclavitud y El monje. En ambas actuó María Dalberg, quien fue parte del elenco de La tarde era triste, de Luis Romero y Z.

Hilda Blancheteaux apareció por primera vez en los créditos de Los desheredados de la suerte, realizada en 1924 por Carlos Pellegrín, y luego actuó en Agua de vertiente, de Antonio Acevedo Hernández. En esa película su papel estaba concebido para desnudarse, pero fue reemplazada por una modelo de la Escuela de Bellas Artes (Jara, Eliana. Cine mudo chileno. Santiago: Fondo de Desarrollo de la Cultura y las Artes, 1994, p. 86). Fue, además, la protagonista de las películas Malditas sean las mujeres (1925) y La envenenadora (1929), de Rosario Rodríguez de la Serna, además de Mi viejo amor (Piet van Ravenstein, 1927).

Elsa Masriera nació en Perú, pero se radicó junto a sus padres en Antofagasta, donde empezó su carrera como actriz. En 1927 debutó en Madre sin saberlo (Antonio Fernández Ruiz). Luego adoptó el nombre artístico de Elsa Becksey y, más tarde, Elsa del Campillo. Participó en películas en Argentina y en Chile, donde filmó Las apariencias engañan (1940), Tormenta del alma (1946) y El último guapo (1947) (Jara, Eliana, et. al. Antofagasta de película. Eds. Global Films y Comunicación, 2008, p. 78).

Otras actrices destacadas de la época muda fueron Isaura Gutiérrez -Manuel Rodríguez (1920), Un grito en el mar (Pedro Sienna, 1925), Ideal y Carne (Luis Rojas Garcés, 1926)-; Daisy van Reed -Bajo la mirada del Cristo redentor (Roberto Idiáquez de la Fuente, 1924), Nobleza Araucana (Roberto Idiáquez de la Fuente, 1925)-; Dolores Anziani -El húsar de la muerte (Pedro Sienna, 1925), La ley fatal (Eduardo Pérez Calderón, 1925), La última trasnochada (Pedro Sienna, 1926)-; Ernestina Estay -Golondrina (1924), Pueblo chico, infierno grande (Nicanor de la Sotta, 1925)-; Silvia Villalaz -Martín Rivas (Carlos Borcosque, 1925), A las armas (Nicanor de la Sotta, 1934)-; María Llopart -Como Don Lucas Gómez (Alberto Santana 1925), El caso GB (Alberto Santana 1925), Diablo Fuerte (Carlos Borcosque, 1925) Justicia del desierto (Enrique Campos, 1926)-; y Elvira Grinberg -La ley fatal (Eduardo Pérez Calderón, 1925) y Juventud, amor y pecado (Nicanor de la Sotta, 1926).