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Gran Circo Teatro

La compañía Gran Circo Teatro se formó en 1988 fruto del montaje de La Negra Ester. Su nombre ganó popularidad a causa del éxito de dicha obra y se incorporó al título de la segunda producción del grupo: El Gran Circo Teatro de Chile, época 70: Allende, estrenada en 1990.

En su forma de trabajar, el colectivo reprodujo buena parte de las técnicas y métodos aprendidos por Andrés Pérez durante su residencia en Francia junto al Théâtre du Soleil, en especial el proceso de puesta en escena en que los actores ensayaban todos los personajes hasta poco antes del estreno.

El grupo estuvo formado por actores, diseñadores, músicos y productores. El listado llegó a incluir a Rosa Ramírez, Boris Quercia, María Izquierdo, Ximena Rivas, María José Núñez, Pachi Torreblanca, Willy Semler, Horacio Videla, Aldo Parodi, Rodolfo Pulgar, Cuti Aste, Daniel Palma y Mauricio González, entre otros. Inicialmente se constituyó como cooperativa, pero en 1991 adoptó la forma de una corporación cultural, a fin de gestionar con mayor celeridad eventuales aportes de privados.

El grupo patentó un sello, caracterizado por la recuperación o habilitación de nuevos espacios para el teatro (como la terraza Caupolicán del Cerro Santa Lucía, el Parque Forestal y el Teatro Esmeralda), la autogestión económica, la producción de espectáculos de larga duración (de 2 y hasta 3 horas), el espíritu solidario entre sus integrantes, el tono festivo de la mayor parte de sus montajes y una profunda vocación popular, orientada a llevar el teatro a públicos no familiarizados con los espectáculos de sala. Así lo recalcaba el director a pocos meses de formar el grupo: "El eje de nuestro trabajo es lo popular" ("Andrés Pérez: El eje del Gran Circo Teatro es hacer teatro popular", La Época, 6 de septiembre de 1989, p. 28).

De acuerdo a este espíritu, las obras que Andrés Pérez llevó al escenario junto a su compañía, presentan denominadores comunes en lo temático: hablan de mundos marginales, de pobreza y prostitución, territorios endurecidos que, paradojalmente, son cruzados por la profunda humanidad de sus personajes. En esa humanidad destaca lo ingenuo de los personajes, sean borrachos, marinos, mendigos, obreros, policías, hombres o mujeres, gente vieja o joven. Todos son protagonistas de crónicas de la vida diaria. Una mayoría con procedencia social a medio camino entre lo urbano y lo campesino.

No obstante la celebridad alcanzada con las giras internacionales y el reconocimiento que le valieron las versiones de Noche de reyes, Ricardo II y Popol Vuh, la compañía anunció su disolución en 1992 a causa de problemas económicos. El proceso de separación se postergó por varios meses, hasta que Pérez se estableció en Europa y algunos de los miembros originales del colectivo continuaron con las últimas funciones de Popol Vuh.

El director regresó a fines de 1994 para dirigir El Desquite, de Roberto Parra, con ex miembros del grupo.

Desde entonces alternó entre proyectos independientes -incluso óperas- y montajes junto a la renovada compañía Gran Circo Teatro, integrada por actores egresados de distintas escuelas, junto a algunos miembros de la primera etapa, como Rosa Ramírez.

El espíritu originario se recuperó en torno a la puesta en escena de Nemesio Pelao, ¿qué es lo que te ha pasao?, de Cristián Soto, en 1999. La obra marcó la celebración de los diez años del grupo y completó lo que entonces Pérez denominó la tetralogía de la identidad chilena, constituida además por La Negra Ester, Epoca 70: Allende y La consagración de la pobreza.

El director continuó trabajado con los nuevos integrantes en sucesivos remontajes de La Negra Ester y de otros espectáculos, como la versión callejera de El principito. Sin embargo, seis meses antes de morir organizó una fiesta para saldar las deudas de la compañía y se mostraba cauto frente al futuro. "Estamos en una época en la cual queremos pensar acerca de lo que ha sido nuestro trabajo", admitía mientras anunciaba un receso. "La verdad que este descanso puede ser para siempre" ("Era inevitable el fin de la compañía", La Nación, 11 de marzo, 1994, p. 33).

Los miembros originales del grupo se reunieron en escena por última vez a fines de 2001 para remontar La Negra Ester en el cerro Santa Lucía, con fines de beneficencia para el propio Andrés Pérez.