Reforma universitaria en Mástil
La reforma universitaria fue un asunto de interés de los universitarios chilenos durante el siglo XX. Uno de los momentos en que resurgió la discusión fue en los primeros años de la década de 1930, en el contexto de reorganización del movimiento estudiantil entre fines de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1877-1960) y los primeros meses del gobierno de Juan Esteban Montero (1879-1948). Parte del pensamiento de los alumnos sobre los principios de la reforma aparecieron en Mástil, revista del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile.
En agosto de 1930, Mástil informó sobre la reorganización de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, tras la asamblea realizada el día 4 de ese mes. Según la revista, como primera etapa del proceso de reorganización de los estudiantes, era fundamental retomar la discusión sobre la reforma universitaria, pues "solo dentro de una Universidad libre y autóctona, donde la personalidad humana sea respetada y no sacrificada a reglamentos y minucias administrativas; donde la libre concurrencia de la ciencia estimule el progreso de la cultura, podrá crearse el HOMBRE en la plenitud de sus fuerzas y en la plenitud de su dignidad moral" (Celis Vergara, Fernando. "La Federación Universitaria de Estudiantes de Chile". Mástil. Número 3, agosto de 1930, p. 1).
En julio de 1931, Daniel Barrios Varela, miembro del Grupo universitario Avance, publicó en Mástil el texto "Nuestra reforma universitaria". En el artículo dio a conocer los principios que los estudiantes consideraban fundamentales para la propuesta de reforma, los que estaban en línea con los postulados del programa de reforma universitaria de Córdoba, Argentina, de 1918, y las ideas que había puesto en discusión la generación estudiantil de 1920.
Barrios indicó que, a pesar de que han existido "largos decretos tramitados", la Universidad no había integrado cambios significativos en su organización en Chile desde la Ley de instrucción secundaria y superior de 1879. La propuesta de los estudiantes se sostuvo en los principios de autonomía, docencia y asistencia libre, democratización y extensión universitaria (Barrios Varela, Daniel. "Nuestra reforma universitaria". Mástil. Número 5, julio de 1931, p. 1).
Respecto a la idea de autonomía universitaria en particular, Barrios indicó que esta tenía diversas dimensiones. En la dimensión didáctica, autonomía refería a la potestad de las Facultades para decidir sus planes estudiantiles y las cátedras a ser dictadas por la universidad; en la dimensión administrativa, la autonomía se entendía como el poder de decisión en materias internas, sin influencias políticas o gubernamentales, especialmente las concernientes con la dirección de la universidad; y en relación con la autonomía económica, era entendida como la capacidad de funcionar con recursos propios, donados inicialmente por el Estado, con el fin de que existiera un "patrimonio de la universidad" (Barrios Varela, p. 6).
Luego de las manifestaciones estudiantiles y ciudadanas contra Carlos Ibáñez del Campo que se dieron en julio de 1931 y su posterior renuncia, algunos estudios históricos han indicado que "los estudiantes fueron proclamados los héroes" de tales jornadas (Castillo, Fernando; Tironi, Ana y Valenzuela, Eduardo. La Fech de los años treinta. Santiago: Sur, 1982, p. 47).
Durante la gestión del ministro de Educación Armando Larraguibel (1883-1972), cuyo periodo se extendió por alrededor de dos meses, entre octubre y noviembre de 1931, los estudiantes lograron que se organizara una comisión mixta con el fin de trabajar en el proyecto de reforma universitaria. Esta comisión estuvo conformada por profesores y un conjunto de estudiantes que integraban los grupos Avance, de tendencia izquierdista, y Renovación, de tendencia socialcristiana (Castillo, Tironi y Valenzuela, p. 47-49).
En este contexto, "se destituyeron algunas autoridades que habían colaborado" con el gobierno dictatorial de Ibáñez y, "por única vez en la historia", los estudiantes presentaron una terna al presidente recién electo, Juan Esteban Montero, para escoger el nuevo Ministro de Educación Pública, entre quienes se hallaron Carlos Vicuña Fuentes (1889-1977), Pedro León Loyola (1889-1978) y Pedro Godoy (1886-1944); tras lo cual, Godoy asumió como rector y ejerció hasta el 4 de abril de 1932 (Castillo, Tironi y Valenzuela, p. 47).
En los números siguientes de Mástil continuaron apareciendo artículos relativos a la discusión sobre la reforma universitaria, aunque la opinión sobre las propuestas de reforma cambió en comparación con las ideas expuestas en julio de 1931 por Barrios Varela.
En enero de 1932, Mástil publicó un editorial en el que se acusaba que la reforma se trataba de una iniciativa "pequeño-burguesa" y de la que "nada debe esperar la clase asalariada". Respecto del principio de autonomía defendido por Barrios Varela se planteó que era "un mito burgués tan viejo como el de la libertad individual y tan pernicioso es el uno como el otro", pues "para una Universidad que perteneciera y representara a la sociedad entera, no existiría el problema de la autonomía. ¿Que querría decir este término en un organismo que ya no fuera el instrumento de una minoría dominante? Sería una cháchara tan hueca como la del arte por el arte o la ciencia por la ciencia" ("A propósito de la reforma universitaria". Mástil. Número 6, enero de 1932, p. 3-4).
Hacia inicios del periodo académico de 1932, la discusión acerca de la reforma universitaria fue suspendida ante problemas más inmediatos como el de la imposición del pago de matrículas fijado por el Consejo Universitario, cobro que la Federación de Estudiantes resistió (Moraga Valle, Fabio. Muchachos casi silvestres: la Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno, 1906-1936. Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 2007, p. 568-569).
Según el presidente de la Federación, René Frías Ojeda, la negación al pago de este arancel se sostenía en la situación económica del país (Castillo, Tironi y Valenzuela, p. 53), en un contexto de crisis política durante el gobierno de Montero. No obstante, con posterioridad, la posición de Frías respecto de la crisis económica y política cambió, pero no fue aceptada por la asamblea de estudiantes, quienes consideraron que estaba coludido con el gobierno y le solicitaron su renuncia (Moraga Valle, p. 569).