Ignacio Domeyko Ancuta nació Polonia en 1802, específicamente en la antigua provincia lituana de Miadzviedka, el que luego fue también parte del Imperio Ruso (1721-1917). Al ser miembro de una importante familia aristócrata con ideas nacionalistas y republicanas, participó en varios movimientos revolucionarios que buscaron la independencia de Polonia del dominio ruso, utilizando primero la influencia del imperio napoleónico y luego la disgregación de los territorios europeos tras la restauración monárquica entre las décadas de 1820 y 1830.

Dicha actividad revolucionaria lo llevó a prisión en 1821 y luego a un largo exilio desde 1830, pasando por países como Alemania y Francia. En 1832 llegó a Paris, donde se integró al grupo de desterrados polacos que encontraron asilo allí e ingresó a la Universidad de Paris "La Sorbona", donde terminó sus estudios de ingeniería en minas y participó en cursos científicos de otras instituciones educacionales. Se graduó en 1837 y se empleó en las faenas mineras de la firma Koechlin de Alsacia, trabajo que terminó en 1838.

Ese mismo año fue contactado por Carlos Lambert (Charles Saint Lambert, 1793-1876) quien le ofreció un contrato a nombre del gobierno del presidente Manuel Bulnes Prieto (1799-1866). Al aceptar la oferta de trabajo, Domeyko llegó a Chile para desempeñar el cargo de profesor de química y mineralogía en el Colegio de Coquimbo, con el propósito de fomentar el desarrollo minero de la provincia mediante trabajos de campo, incorporación de tecnología y conocimientos científicos.

Sus diversas expediciones, sobre todo las que realizó por los distritos mineros de Coquimbo y Atacama, le permitieron conocer la realidad geográfica, social y económica del país y constatar el retraso en los sistemas de extracción y tratamiento de minerales puros, lo que lo llevó a realizar ensayes en el laboratorio que construyó en el establecimiento educacional a su cargo. Allí trabajó también en nuevos métodos para favorecer el mejor aprovechamiento de los recursos mineros metálicos y no metálicos de la cordillera y el desierto chilenos.

Así, su aporte al progreso de la minería chilena se puede dividir en tres grandes líneas: el conocimiento mineralógico del territorio, la renovación de las técnicas de explotación minera -entre ellas el uso de carbón fósil en desmedro de la madera para generar energía térmica- y la formulación de nuevas leyes de fomento productivo a través de su influencia sobre el gobierno y las instituciones estatales. Sus recomendaciones para detener la deforestación en las provincias mencionadas, por ejemplo, dieron como resultado una reforma económica y aduanera que favoreció la extracción y comercialización de carbón fósil en desmedro del uso de madera nativa, tan escasa en el territorio septentrional chileno.

Tras haber terminado su labor docente en Coquimbo, Domeyko continuó con sus numerosas expediciones a través del territorio chileno y recorrió las formaciones de la cordillera de los Andes en las zonas norte y central. En su primer viaje por tierra hasta Santiago, realizó expediciones en los territorios de Ovalle, Combarbalá, Illapel y Petorca. También remontó el río Maipo para evaluar las condiciones del mineral de San Pedro Nolasco y en el verano de 1842 dirigió una expedición a la cordillera del Cachapoal, dónde pudo constatar la riqueza mineral del cerro El Teniente.

Volvió a Atacama en 1843 para examinar las estructuras geológicas de las cordilleras de los Andes y de la costa, viaje que se extendió entre los valles de Elqui y Copiapó. En 1845, visitó las cordilleras del Limarí y finalmente se dirigió al sur, donde recorrió parte importante de la Araucanía. Sus descripciones detalladas de las selvas al sur del río Bio-Bio fueron parte de los estudios científicos y sociales que despertaron el interés por un espacio natural desconocido hasta entonces para la mayoría de los chilenos y fue una de las bases para fundamentar la ocupación y colonización de la Araucanía.

Planeó regresar a Polonia en 1845, sin embargo, el contexto de guerras civiles e internacionales en Europa se lo impidió. Ese mismo año el gobierno chileno logró retenerlo y recibió la invitación para viajar a Santiago con la promesa de ser contratado como profesor de química y mineralogía en el Instituto Nacional. Su permanencia definitiva en Chile se afianzó cuando las autoridades le concedieron la nacionalidad por gracia y luego de contraer matrimonio con Enriqueta Sotomayor Guzmán (1835-1870).

Ignacio Domeyko Ancuta tuvo una participación relevante en la fundación de la Universidad de Chile y en el plan de formación educacional y profesional realizado por dicha institución. Dentro de su labor docente, fue miembro del Consejo Universitario y Delegado Universitario, cargos desde los que fomentó una reforma educacional en 1852. Fue miembro de la Facultad de Filosofía y Humanidades y de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile y en 1867 fue electo como rector de esa casa de estudios superiores, cargo que mantuvo hasta 1883.

Dentro de sus labores como dirigente de la institución, organizó los estudios orientados a las ciencias naturales prácticas, lo que se manifestó en la transformación de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas en una escuela de ingenieros. Esto constituyó un valioso aporte sobre todo a la industria minera, que hasta entonces carecía de profesionales capacitados en las labores técnicas de reconocimiento, extracción y tratamiento mineralógico.

Desde esa misma posición académica en la Universidad publicó diversas investigaciones científicas, algunas de ellas editadas como libros y manuales de estudio, y otras como artículos publicados en variadas revistas científicas nacionales y extranjeras. Gracias a sus aportes al país recibió varios homenajes tanto en vida como póstumos, entre ellos, la publicación de algunas biografías que dieron cuenta de su vida, trayectoria profesional y sus obra más destacadas.

En los últimos años de su vida, entre 1884 y 1888, Ignacio Domeyko Ancuta viajó por última vez a Polonia y recorrió Europa visitando amigos y familiares. Regresó a Chile con un saco de tierra nativa que depositó en el patio de su casa en la calle Cueto, en Santiago, donde falleció en 1889 a la edad de 87 años.

La actualización de este minisitio se publicó durante diciembre de 2023.