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Los balnearios como destino turístico en la “Guía del Veraneante”

Hasta las primeras décadas del siglo XX, el veraneo era una actividad que solo podía permitirse la elite. Luego, medidas como la aprobación de la ley de descanso dominical y las iniciativas destinadas a la promoción del turismo, encabezadas por el primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1877-1960), permitieron que el tiempo de ocio dejara de ser un privilegio y también pudiera ser disfrutado por la clase media (cf. Rodrigo Booth. Bañistas, turistas y veraneantes en Chile: de las higiénicas aproximaciones al mar a la casa de veraneo moderna (1870-1948). Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. Santiago: Pontificia Universidad Católica de Chile, 2003).

Desde ese período, la Empresa de Ferrocarriles del Estado ocupó un importante papel en el fomento del turismo nacional a nivel estatal. Una de las plataformas con las que llevó a cabo esta tarea fueron las publicaciones turísticas En Viaje y la Guía del Veraneante. En esta última, los balnearios de mar fueron publicitados como uno de los principales destinos turísticos que ofrecía el país.

En la década de 1940, la revista contó con una sección titulada "Principales balnearios de mar de Chile", donde enfatizó la belleza natural del litoral y entregó información sobre las playas chilenas más conocidas desde Aconcagua hasta la provincia de Llanquihue. Las provincias del norte fueron excluidas en esta sección, "debido a que no es posible llegar a ellos, desde la región central, con la comodidad que el viajero debe exigir" (Guía del Veraneante 1944. Santiago: Talleres Gráficos de los FF.CC. del E., 1943, p. 231).

La visita a los balnearios del litoral central fue especialmente promovida por Ferrocarriles del Estado. Frecuentemente la Guía destacó su belleza y las oportunidades que estos ofrecían para el descanso. Además, durante la temporada de verano, la empresa estatal puso a disposición trenes especiales, que permitieron conectar la capital con las principales playas de esta zona. Entre ellas, Cartagena, Zapallar y Viña del Mar. Asimismo, a través de este servicio Ferrocarriles del Estado colaboró con el proceso de democratización del ocio, pues ofreció tarifas económicas que hicieron posible "los viajes aún a aquellas personas de modestos recursos" (Guía del Veraneante 1941. Santiago: Talleres Gráficos de FF.CC. del E., 1940, p. 11).