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cuadernillos o folletos

Además de publicar sus versos en periódicos y en hojas impresas, los poetas populares pusieron en circulación pequeños folletos de bajo costo, donde reunían los poemas, canciones, cuecas, tonadas y coplas de moda.

Entre ellos podemos citar: El pequén (1880) de Juan Rafael Allende; Poesías populares (1881-1886) de Bernardino Guajardo; El cantor de los cantores (1893-1895) de Rosa Araneda; El guitarrero popular (1894) y El criminal (1904) de Rómulo Larrañaga; El cantor de los cantores (1895), El codiciado de las niñas (1897), El cielo de los amantes (1897), La lira poética (1905) y El guía de los cantores (1908) de Daniel Meneses; El concierto recreativo (1894) de Pedro J. Clapier; El apetecido (1899) y El único consuelo de las niñas (1901) de Juan Ramón González; Poesías populares (1896) y El encanto de la vida (1898) de José Hipólito Cordero; El libro literario (1901) de Nicasio García, Poesías populares (1889) y El cantor santiaguino (1902) de Juan Bautista Peralta, entre otros varios.

Entrado el siglo XX, los folletos fueron incorporando, además de las cuecas y tonadas, danzas de moda como el foxtrot, el shimmy y el one-step.