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Estética particular

Pocos dramaturgos nacionales mantienen una relevante y sostenida presencia en el medio teatral chileno como Jorge Díaz. La cantidad y sistematicidad de su producción resultan tan notables como la elaboración de sus textos: construcción maciza, profundidad y sencillez del lenguaje, la complementación entre los diálogos y los recursos escénicos, indican que su escritura se sustenta en una sólida concepción poética. Los temas de sus obras enfrentan al ser humano y la convulsa sociedad actual, desde una perspectiva crítica y con un acentuado humor negro aborda situaciones como el individualismo, el consumismo, la incomunicación, la perdida de la identidad, problemáticas de injusticia social, violencia, búsqueda del yo, dialéctica de vida/muerte, amor, entre otras. Sin embargo, el mundo desplegado en sus piezas teatrales también alude a la profunda soledad de las personas y la incesante búsqueda de la aceptación del otro.

Jaime Celedón, actor de vasta trayectoria, señaló: "Creo que el teatro de Díaz ha sido juzgado en forma demasiado parcial e incompleta. Mucho ha hablado la crítica y los entendidos sobre el contenido de sus anteriores estrenos, como centrados en la visión despiadada de nuestra actual organización social. Sobre ese centro, se han tejido interpretaciones de matices diversos y coincidentes. Yo me atrevería a afirmar que, el teatro de Díaz lleva además, en sus imágenes, figuras y distorsiones, la denuncia poética de la soledad del hombre. (...) Hay en Díaz un sentido agónico, en la acepción de 'lucha' que Unamuno daba a esta palabra; por la cual el hombre trata de reconciliarse con su condición, e incluso con los caminos torturados, estériles y torcidos de su vida; trata de insertarse también en la sociedad que corresponde a su presencia, trata, por último, de alcanzar un estado de armonía en la relatividad de todo lo creado; así, confusamente, quizás por puro instinto de la ley natural grabada en su sangre, de acercarse al alto concepto de la divinidad -imagen lejana de su ser-. (...) El idioma de Díaz es expresionista, enriquecido por una brillante atmósfera poética. Esta cualidad impide que en sus obras la imagen quede en lo puramente verbal. La acción substancialmente dramática -valioso contrapunto de su humor peculiar- sitúa al espectador en el estremecimiento mismo de la gran incógnita, a cuya solución tiende. Lo que importa es la fecundidad de ese estremecimiento en el que quedan expresados o sugeridas las ideas del autor mejor y más completamente que si éste las hubiera expuesto en estilo directo" (Jaime celedón, Nudo ciego: programa. Santiago: s.n., 1964. p. 2.).