Partió a Valparaíso


Valparaíso fue para Darío una "ciudad de alegría y de tristeza, de comedia y de drama y hasta de aventuras extraordinarias" (Darío, Rubén. Autobiografía. Madrid: Mundo Latino, 1918. p. 57). Allí compartió con Eduardo de la Barra, Carlos Toribio Robinet y Eduardo Poirier, quienes lo hospedaron y, más adelante, lo ayudaron a conseguir un puesto de corresponsal en el diario La Nación de Buenos Aires.
Desde el 1 de abril de 1887, trabajó como Inspector de Aduanas y aunque no duró mucho tiempo allí, le sirvió para observar el ambiente para su notable cuento "El Fardo".
En el ámbito literario fue redactor de El Heraldo, pero a los pocos números fue despedido. Posteriormente, colaboró en La Libertad Electoral.
No se estableció completamente en el puerto, ya que viajaba constantemente a Santiago para ver a sus amigos y alejarse de la epidemia del cólera que por esos días azotaba la ciudad: "No olvidaré en toda mi vida -porque si de la memoria se me borrase, las tendría presente en mi corazón- las noches que en ese habitáculo del cariño y del ingenio pasé, cuando el cólera en 1887 vertía en la gallarda Santiago, sus venenosas urnas negras" (Melfi, Domingo. El viaje literario. Santiago: Nascimento, 1945. p. 120).
Por otra parte, en estos tiempos encontró un protector en un médico homeopático, el doctor Galleguillos Lorca, hombre extravagante y de buenos sentimientos, quien le dio asilo en su hogar.
Contenidos del minisitio
Las investigaciones de Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile (Servicio Nacional del Patrimonio) están bajo una Licencia Creative Commons Atribución-Compartir Igual 3.0 Unported, a excepción de sus objetos digitales.
