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Arribó a Valparaíso

Rubén Darío viajó con el propósito de abrir sus horizontes y nutrirse del ambiente intelectual chileno: "A mi llegada a Chile en 1886, uno de mis mayores deseos era conocer a sus famosos hombres de letras. Todos en la América Latina sabemos que aquel país posee una producción intelectual poderosa, y escritores y poetas renombrados" ("Fragmentos de un prólogo escrito para el libro Asonantes de Narciso Tondreau". Antología Chilena. Santiago: s.n., 1942. p. 259).

Arribó a Valparaíso el 24 de junio de 1886, portando consigo tres cartas de recomendación redactadas por Juan Cañas: una de ellas para Eduardo Poirier, otra para el Dr. Adolfo Valderrama y la última para don Adolfo Carrasco Albano.

No estuvo mucho tiempo en Valparaíso, pero sí lo suficiente como para entrar en contacto con Eduardo Poirier, quien lo recibió cálidamente. Sus impresiones quedaron registradas en una evocación escrita tras la muerte de Darío, años más tarde: "Una buena mañana vi llegar a mi oficina a un mozo casi imberbe, flaco, semientumecido de frío" (Silva Castro, Raúl. Rubén Darío a los veinte años. Santiago: Andrés Bello, 1966. p. 34).

En Valparaíso conoció también a Eduardo de la Barra, quien según Darío le "habló largo rato de literatura americana y me dio noticia de los poetas chilenos que yo deseaba conocer" (Silva Castro, Raúl. Rubén Darío a los veinte años. Santiago: Andrés Bello, 1966. p. 41).

Mientras permaneció en Valparaíso colaboró en el diario El Mercurio entre el 16 y 26 de julio. Al poco tiempo partió a Santiago, donde entró en contacto con los jóvenes escritores y poetas chilenos.