Relación entre el cine y la literatura

El vínculo entre la literatura y el cine nacional tiene una historia poco contada. Desde Martín Rivas y La chica del Crillón, la historia del cine chileno suma numerosas películas basadas en textos literarios. Algunos títulos llevados a la pantalla son Llampo de sangre, basada en la novela de Oscar Castro y dirigida por Enrique Vico; Deja que los perros ladren (1961), obra de teatro de Sergio Vodanovic, dirigida por Naum Kramarenko; Tres tristes tigres (1969), obra de teatro de Alejandro Sieveking, dirigida por Raúl Ruiz; Actas de Marusia (México, 1976), novela de Patricio Manns, dirigida por Miguel Littín; Ardiente paciencia (Alemania, 1983), escrita y dirigida por Antonio Skármeta; Alsino y el cóndor (Nicaragua, 1982), basada en la obra de Pedro Prado, dirigida por Miguel Littin; Amelia López O'Neil (1990), basada en una crónica de Joaquín Edwards Bello, dirigida por Valeria Sarmiento; Eloy, inspirada en la novela homónima de Carlos Droguett; La casa de los espíritus y De amor y de sombra, mega producciones internacionales inspiradas en la novelas de Isabel Allende; y Subterra, dirigida por Marcelo Ferrari, basada en la obra de Baldomero Lillo.
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