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Instalaciones

Las denominadas Instalaciones y Performances han constituido una de las principales formas de expresión artística del arte moderno-contemporáneo. Desde la inauguración de la vanguardista propuesta estética de Marcel Duchamp, y sus ready mades, y de los avances lúdicos y provocativos del pop art, se configuró una total escena reivindicatoria de las rupturistas concepciones de arte y consecuentemente un desafío radical a los fundamentos estéticos. Pero también, de una u otra manera, a los fundamentos metafísicos sobre los cuales se había asentado el mundo moderno.

Las Instalaciones y las Performances, o Happenings, rememoraban la crisis epocal de la modernidad y, junto con ello, develaban abiertamente el anonadamiento del arte frente a la muerte de la pintura. Muerte en apariencia preconizada por la consumación del arte moderno al sobrepasar a la naturaleza, a la idea de belleza y al hombre mismo a partir de la experiencia de una suerte de saciedad y de silencio final. La pintura, pues, nada más podía decir; desde su límite y muerte surgía una imperiosa necesidad de experimentar nuevas formas de arte que rescataran tanto la textualidad como la materialidad de la obra de arte, entendida ahora como producto, como objeto rescatado, la mayoría de las veces, de la cotidianeidad y hasta de la procacidad de la experiencia humana en el seno de las sociedades de consumo.

Los objetos de uso cotidiano y masivo, intervenidos por el artista y cuyo rostro mas bien desaparecía de la puesta en obra para dejar aparecer al espectador, parecían ser algunos de los ejes articuladores básicos de las denominadas Instalaciones. Sin embargo, el filósofo chileno Sergio Rojas ve en ellas significativos aspectos a rescatar por cuanto no sólo suponen la irrupción de la materialidad, la conciencia de la producción total y la disposición de los recursos sino, además, la abierta disposición de sentido con la que opera el artista, lo que implica el hecho de que todas las significaciones de la obra son igualmente posibles, y la radical intervención del espacio que caso a caso realiza la instalación. Por ello, la instalación terminaría al momento de terminar la exposición. E incluso, la misma relación física y actitudinal del espectador frente a una instalación cambia radicalmente en comparación con lo que sucede con una obra de arte tradicional, sea pintura o escultura, por ejemplo. En efecto, la instalación parecería suponer la realización de un recorrido, de integración momentánea a la totalidad del espacio intervenido.

Por su parte las Performances parecían articularse desde las acciones, donde la gestualidad y, en general, la corporalidad, desnuda en la precariedad, se aunaban al silencio del lenguaje oral o al reemplazo de la palabra por el grito inarticulado. Ambas, sin embargo, parecen referir a lo que el filósofo chileno Sergio Rojas apela como la recuperación de la dimensión material de la obra de arte, del objeto de arte

La necesidad de una búsqueda de sentido universal tras toda forma de manifestación artística, característica de la comprensión estética clásica, pierde aquí toda validez, el sentido parece darse caso a caso, en múltiples y abiertas posibilidades de elección.

Algunos de los artistas chilenos que han intervenido espacios con sus respectivas instalaciones son Gonzalo Díaz, Patricio Vogel, Carlos Altamirano, Carlos Leppe y el otrora Colectivo de Acciones de Arte (C.A.D.A).