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En la quietud del mármol (1918)

En 1918, Teresa Wilms Montt publicó En la quietud del mármol, su tercer libro, mientras se encontraba en Madrid, ciudad en la que la autora se relacionó con escritores como el español Ramón del Valle Inclán (1866-1936) y el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo (1873-1927) (González-Vergara, Ruth. Teresa Wilms Montt. Un canto de libertad. Santiago de Chile: Debolsillo, 2021, p. 197-198).

En la quietud del mármol es un libro de prosa poética compuesto por treinta y cinco cuadros. La obra incluyó un prólogo de Enrique Gómez Carrillo titulado "Thérèse de la †", texto que había aparecido previamente en El Liberal, medio que "se publicaba diariamente y se difundía en Madrid, Barcelona, Bilbao, Murcia y Sevilla". En él colaboraban escritores como Manuel Machado (1874-1947), Francisco Villanueva (1875-1946) y el mismo Gómez Carillo, además de "un sinfín de escritores que se congregaban en la Asociación de Escritores y Artistas" (González-Vergara, p. 204).

En el prólogo, Gómez Carillo más que referir a En la quietud del mármol, aludió a la figura de Wilms Montt y su estatus como mujer escritora: "Y es cierto… Esta mujer que lleva a cuestas la maldición de su belleza no es sino una escritora, una gran escritora que si fuese hombre y tuviese barbas formaría parte de todas las Academias y llevaría todas las Condecoraciones" (Gómez Carrillo, Enrique. "Thérèse de la †". En En la quietud del mármol. Madrid: Casa Blanco, 1918, p. 3).

Se ha interpretado que en este libro escrito en 1917 "se construye la figura de Anuarí como destinatario (tú) de la enunciación", quien estaría inspirado en Horacio Ramos Mejía (1895-1917) (Baeza, Ana. "Teresa Wilms Montt: En la quietud del mármol". No ser más la bella muerta: erotismo, sujeto y poesía en Delmira Agustini, Teresa Wilms Montt y Clara Lair. Santiago de Chile: Editorial Universidad de Santiago de Chile, 2012, p. 214-215). Este joven argentino y Teresa Wilms se conocieron mientras la autora se hallaba en Buenos Aires. Horacio era estudiante de Derecho, escribía poemas y, al igual que la escritora, frecuentaba las tertulias de la revista Nosotros. En 1917 se suicidó (González-Vergara, p. 155).

La recepción contemporánea de En la quietud del mármol se detuvo en el carácter elegíaco de la obra y en el motivo de la pérdida del amado. Así, en 1918, en La Nación apareció una crítica en la que se indicaba que el libro "es toda una emocionante elegía, una intensa y apasionada meditación de la muerte y la ultratumba por la más vívida, impresionable y femenina de las almas". Se apreciaba en esta crítica la escritura en prosa poética, ya que se consideraba que esta se ceñía "con perfección" a las "ideas tan bruscas y móviles como los asaltos del dolor; prosa atormentada, vibrante, llena de sugestiones, vaciada a cada instante en el molde del verso, que le da una sonoridad especial y cierta enfermiza armonía. Y en el curso de ella, ¡cuántos hermosos rasgos de sentimiento!, cuántas palabras profundas en que alienta una inflamada pasión de mujer, como cuando llama su criatura a Anuarí, resumiendo en un solo vocablo todos los amores ¡Qué de audaces y felices y poéticas expresiones y cuán femeninos" (Leo Par. La Nación. 26 de agosto de 1918, p. 3). Asimismo, en julio de 1919, en la revista Sucesos (1902-1932), se comentaba que la obra trataba de "un poema de amor inmenso, de un amor que llega al paroxismo, de un amor que sigue imperando con acrecida intensidad ardorosa, aun después del eterno viaje del amado, al país desde el cual nadie retorna, que diría Hamlet; letanía erótica de dolorosa espontaneidad; trenos de angustioso tormento" (Zambonini Leguizamón, Alberto en Baeza, p. 215).

En relación con el motivo de la pérdida del ser amado, se ha indicado que, en particular por el inicio del libro, "pareciera que Wilms se propusiera desarrollar in extenso" el motivo de "la apropiación del cuerpo del amado muerto" que se desarrollaba en Los sonetos de la muerte de Gabriela Mistral (1889-1957). Así, el motivo de la "'muerte de una mujer hermosa' como condición necesaria y estimulante para la inspiración literaria masculina" se invierte en ambas obras: "Tanto en el poema de Mistral como en la prosa poética de Wilms el género del sujeto que deviene pasivo para volverse objeto del discurso ha sido invertido en un gesto que para Grínor Rojo se relaciona con la cuestión del poder genérico" (Baeza, Ana. "Teresa Wilms Montt: En la quietud del mármol". No ser más la bella muerta: erotismo, sujeto y poesía en Delmira Agustini, Teresa Wilms Montt y Clara Lair. Santiago de Chile: Editorial Universidad de Santiago de Chile, 2012, p. 215-216).