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Talleres y metodología de Teatro Q

Hacia fines de la década de 1970, Juan Cuevas (1952) y María Cánepa (1921-2006) emprendieron la tarea de realizar talleres de teatro para jóvenes de sectores populares de la Región Metropolitana. Estos talleres tuvieron por objetivo formar monitores que, posteriormente, pudieran continuar con la promoción del teatro en sus barrios y poblaciones. Con una duración de tres meses, en estas instancias, jóvenes hombres y mujeres aprendían técnicas actorales básicas a través de la realización de un montaje breve en el que debían representar su realidad en peñas y actividades comunales.

Estos talleres, que formaban parte del proyecto "Expresión a través del teatro" dependiente de la Fundación Missio, fueron una experiencia decisiva en la concepción metodológica de la Compañía Escuela Teatro Q.

Haciendo énfasis en el aprendizaje en talleres específicos y la creación colectiva de montajes a través de la colaboración y experimentación de sus integrantes, el interés del Teatro Q, más que formar actrices y actores, pasó por crear una compañía de teatro. En este sentido, los montajes realizados a lo largo de sus casi diez años de funcionamiento nacían de la elección conjunta del texto a representar o del tema a desarrollar, tras lo cual se llevaba a cabo un aprendizaje práctico cuyo resultado derivaba en las escenas a ser montadas (Jiménez Castro, Alejandra. Compañía Escuela Teatro Q: Un hito de los años ochenta. Santiago de Chile, 2008, p. 39-40).

La Compañía Escuela Teatro Q estaba encabezada por Juan Cuevas, quien ejercía como director artístico, además de un equipo conductor, un elenco estable, un elenco de reserva y un equipo técnico.

El equipo conductor estuvo integrado por María Cánepa como profesora de Voz, Héctor Noguera (1937), quien se hacía cargo del taller de Expresión Corporal, Sergio Pineda, encargado de Teoría del Teatro, Carlos Figueroa, encargado de Diseño e Iluminación y María Teresa Sepúlveda en Producción.

Este equipo de tutores "era una guía tanto en el aspecto artístico, de formación grupal, como también en la formación personal de cada uno de los integrantes". En consonancia con lo anterior, cada montaje realizado por la compañía fue el producto de varias jornadas de trabajo en las que se profundizaba no solo en el estilo y la estética de la puesta en escena sino que también en el mensaje que se expresaba (Jiménez Castro, p. 35).

Además de los talleres permanentes de Actuación, Voz, Expresión Corporal, Teoría del Teatro, Diseño Teatral y Música, en la Compañía Escuela Teatro Q se dictaban talleres anexos vinculados a las artes escénicas como: clown, acrobacia, pantomima, canto, máscara, construcción de muñecos, zancos, teatro callejero y otros vinculados con saberes académicos como: ciencias políticas, antropología social y psicología.

En el elenco estable del Teatro Q participaron: Ana Guiñez, Roberto Sánchez, Bartolomé Silva, Loreto Araya, Álvaro Riveros, Ángel Reyes, Mauricio Aravena, Juan Carlos Bustos, José Gallardo, Claudia López, Iván Torrealba, Javier Denecken, Mireya Sotoconil, Emperatriz Sotelo, Carmen Gloria Requena, Mariela Escárate, Luz María Gutiérrez, Héctor Illanes, Jaime Hanson, Odette Gómez, David Pino, Edison Cid, Daniel Pincheira, Manola García, Margarita Manríquez, Luis Pavez, Nadia Loyola, Yolanda Correa, Fabiola Muñoz, Ximena Riveros y Antonieta Araya.

Su equipo técnico, por otro lado, estuvo conformado por: Boris Cerda, Rafael Rojas, Verónica Aguirre, Patricia Martínez y José Blanquer.

Hacia mediados de la década de 1980, en el contexto de las primeras movilizaciones masivas contra la dictadura militar, la Compañía Escuela Teatro Q había consolidado una metodología de trabajo que los llevó a montar 8 obras -dos de las cuales estaban orientadas a público infantil- que marcaron una concepción particular del teatro como expresión estética colectiva y democrática.

Para María Cánepa, el trabajo de la compañía fue, "más que teatro", "una experiencia de vida, donde la participación democrática de los jóvenes, su origen social variado, el lugar donde nos encontramos, todo ello va configurando un proceso que da como resultado un producto artístico que para nosotros tiene valor" (Piña, Juan Andrés. "En busca de un teatro distinto". APSI, número 139, del 20 de marzo al 2 de abril de 1984, p. 34).

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