Muchas veces desplegadas de forma solapada debido a que se mimetizan con el bombardeo visual de la publicidad, el mobiliario urbano y las obras públicas, las obras artísticas que podemos encontrar en la ciudad se instalan sin filtros ni mediaciones que se interpongan en la relación del espectador con la obra. A diferencia de lo que sucede en un museo o cualquier otra institución destinada a la exhibición artística, en el caso del arte dispuesto en espacios públicos, se produce un encuentro fortuito que supone la integración visual y conceptual de la obra con todo lo que se encuentra a su alrededor.

Estas obras pueden cumplir diferentes funciones en cuanto a sus objetivos de exhibición, dependiendo de si están pensadas para ocupar un espacio de forma permanente o transitoria, de las estrategias técnicas y los soportes que emplean o de sus condiciones de producción e instalación.

Expuesta a la mirada transversal de la ciudadanía e inserta en el escenario donde habita la comunidad, la articulación de obra y ciudad adquiere un cariz político: "Cuando hoy hablamos de la relación entre 'arte' y 'espacio público', cuando decimos 'arte público', damos paso a una escena en que la lucha no está conjugada, y en que el trabajo del arte se encuentra en condición de restituir, en buena medida, la potencia de su vocación política" (Rodrigo Zúñiga. "Estrategias artísticas y políticas de lo comunitario. Breve crónica del 'arte público'" en II Escuela Chile Francia: Transformaciones del espacio público. Santiago: Universidad de Chile, 2008. P 236).