Para las nacientes Repúblicas latinoamericanas, y sus nuevas clases dirigentes, las exposiciones internacionales, organizadas a partir de mediados del siglo XIX y principios del XX, otorgaban la oportunidad de presentar lo propio y representativo de la nación, además de proyectar una imagen moderna y atractiva para los visitantes e inversionistas extranjeros. Lo anterior se concretaba dando a conocer los rasgos característicos del país, como la cultura y los paisajes vernáculos, y, por otra parte, exhibiendo tanto los avances tecnológicos e industriales, e incluso artísticos.

Si bien Francia había realizado exhibiciones con estas características particulares, todas fueron de índole nacional. De este modo, la primera exposición internacional reconocida como tal, fue la de Londres, realizada durante 1851. Dicha muestra fue conocida como "The Crystal Palace", en referencia al pabellón que acogió la muestra, construido casi enteramente de vidrio. Posteriormente, las exposiciones más importantes fueron las organizadas en Francia, aproximadamente cada diez años, y con una duración que variaba entre los tres y seis meses. No obstante, también hubo exposiciones significativas en otros países, como la de Filadelfia (1876), la de Barcelona en 1888, Saint Louis (1904), y San Francisco (1914), en Estados Unidos.

Las Exposiciones Universales y las Internacionales, organizadas desde 1928 por la Oficina Internacional del Exposiciones (BIE por las siglas de su nombre en francés Bureau International des Expositions), han sido para Chile una oportunidad de proyectar una imagen país atractiva para los visitantes e inversionistas de todo el mundo. Bajo esta mirada se han dado a conocer rasgos característicos del país como su cultura, paisajes vernáculos y obras de artistas. Por otra parte, se han exhibido avances tecnológicos, industriales y productos comerciales.

Siguiendo el modeo londinense, la Sociedad de Agricultura de Chile organizó una exposición en 1875 en la que mostró avances científicos y tecnológicos en la Quinta Normal de Agricultura. Hacia principios del siglo XX, las exposiciones universales perdieron protagonismo, debido principalmente a la Primera Guerra mundial y a la aparición de nuevos medios de transportes como la aviación, y modernos medios de comunicación como la radio que desviaron la atención y el interés del público. Luego de 17 años desde la exposición universal de San Francisco (1914) se inauguró en Chicago (1933) una nueva muestra. Pero la estabilidad política internacional volvió a sufrir un quiebre al declararse la Segunda Guerra Mundial con lo que las exposiciones universales se suspendieron hasta Montreal (1967), a la cual siguieron la de Sevilla (1992), Hanóver (2000) Shangai (2010) y Milán (2015).

Chile, en sintonía con otros países latinoamericanos, se ha presentado en las exposiciones universales como un país desarrollado y progresista. Durante la primera mitad del siglo XX mostró una imagen de modernidad favorable para los inmigrantes y las futuras inversiones de capitales, mientras que en las exposiciones de la segunda mitad del siglo XX; como un país innovador, económica y políticamente estable. Entre los artículos que tradicionalmente han sido expuestos por Chile se encuentran el cobre, salitre, vinos, madera proveniente de la Araucanía, cereales, harinas, azúcares, cueros y lanas, así como herramientas y productos industriales. También se han relevado aspectos culturales como trabajo de artistas y artesanos.

Uno de los mayores atractivos de las muestras es la construcción de grandes pabellones por parte de los países expositores. En este sentido las propuestas de Chile se han destacado desde la construcción del Pabellón de la Exposición de París (1889). Para la Exposición de Sevilla de 1992 los premios nacionales de arquitectura, Germán del Sol y José Cruz, diseñaron un edificio de madera laminada y placas de cobre que albergó en su interior un iceberg de 60 toneladas procedente de Bahía Paraíso, península Antártica. En Shangai 2010, el pabellón diseñado por el Premio Nacional de Arquitectura Juan Sabbagh, recibió el Trofeo de Oro al Mejor Desarrollo Temático. En la convocatoria de la exposición de Milán 2015, se invitó a los expositores a reflexionar y plantear posturas en relación al desarrollo sustentable de la industria alimenticia. A partir de esta premisa, el arquitecto Cristián Undurraga, diseñó un pabellón de madera que incorporó en su recorrido experiencial diversos recursos tecnológicos y espacios de degustación de alimentos de procedencia chilena.