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un renovado interés

Desde la Poética de Aristóteles, el problema de lo que hoy conocemos como géneros literarios ha sido central a la crítica literaria (cf. Genette, Gérard. "Géneros, tipos, modos". En Miguel Garrido, comp. Teoría de los géneros literarios. Madrid: Arco libros, 1988). Durante el siglo XX, sin embargo, este tipo de taxonomías fueron puestas en crisis por las discusiones a las que se ha enfrentado la institución de la literatura, campo compuesto no sólo por los escritores, sino también por los críticos, los académicos, los lectores y, más recientemente, el mercado. En términos generales, aquellas crisis pueden explicarse no sólo por la pérdida de autoridad de los dictámenes de qué es y qué no es literatura, sino también por la influencia de otras áreas del conocimiento, como la sociología, la antropología, la lingüística o la crítica feminista y marxista, que ponen acento en los procesos sociales y políticos presentes en la obra, así como en el rol del trabajo autoral. Esos procesos advirtieron sobre la urgencia de que tanto artistas como críticos reflexionaran sobre las repercusiones que tenía la creación sobre el resto de las actividades de la sociedad. Aquellas ideas, finalmente, lograron enfrentar las posiciones de los grupos de vanguardia, que pregonaban la autonomía del arte, y aquellos grupos que exigían compromiso político de los artistas y críticos a través de su rol como intelectuales.

Según Leonidas Morales, tal como lo explicita en su libro La escritura de al lado. Géneros referenciales, es aquel ambiente que sirve para que críticos y académicos de la literatura recurran a los discursos escritos no ficcionales, como las cartas, los diarios íntimos, el ensayo, la crónica y las entrevistas, en busca de una versión que deconstruya la historia oficial esgrimida por aquellos grupos autorizados por las jerarquías de poder. Aquellos grupos, se concluye, son, en Latinoamérica, la aristocracia y plutocracia masculina y de origen español. Por lo tanto, aquellas versiones que aparecen en textos que no gozan de una autoridad pública darían luces, bajo la mirada de una crítica que pone énfasis en el problema de grupos subalternos, sobre los modos en que otros sujetos étnicos, genéricos y de otras clases sociales configuraron sus identidades en la posición de subordinación.