En 1915, las distintas corrientes de opinión aglutinadas bajo el ideario nacionalista formaron una nueva agrupación política, que buscó diferenciarse de los partidos políticos tradicionales y abordar un nuevo proyecto de país. El Partido Nacionalista estuvo formado por un pequeño núcleo de hombres independientes desilusionados de sus antiguas tiendas partidarias, a las que reprocharon el continuar ancladas en las viejas cuestiones doctrinarias, a su juicio estériles, y que hacían olvidar los nuevos y urgentes problemas económicos y sociales.

El programa del Partido Nacionalista se alejó de las cuestiones doctrinarias planteadas por los partidos políticos tradicionales y planteó cambios económicos, políticos y educativos: el fomento estatal a la industrialización a través de aranceles proteccionistas; la protección a la marina mercante nacional; la nacionalización de la banca y de los recursos naturales; el fortalecimiento del poder ejecutivo; la separación de Iglesia y Estado; y una educación orientada hacia la enseñanza técnica y que realzara los valores nacionales. Sus principales voceros fueron intelectuales como Francisco Antonio Encina, Luis Galdames, Alberto Edwards y el economista Guillermo Subercaseaux, quien escribió en 1918 un pequeño folleto de divulgación titulado Los ideales nacionalistas ante el doctrinarismo de nuestros partidos políticos históricos.

Aunque el Partido Nacionalista tuvo poca repercusión inmediata y se extinguió en 1920, su programa fue tomado por gran parte del espectro político y alcanzó su máximo grado de influencia durante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931).