Con la llegada del ferrocarril a mediados del siglo XIX, la ciudad de Rancagua fue escenario del arribo de tecnologías modernas. A inicios del siglo XX, esta tendencia se aceleró, como quedó demostrado en el caso de los tranvías eléctricos, la construcción de liceos y hospitales. Estos cambios se producían paralelamente a la explotación de los minerales de El Teniente y Sewell, por lo que también la población comenzó a aumentar e incluso a cambiar muchos de sus antiguos hábitos. A mediados de siglo, este paisaje urbano se complementó con la inauguración del estadio El Teniente.