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Danza expresionista

Surgida al amparo de las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX, la danza expresionista o abstracta se desarrolló en Alemania en contraposición al ballet clásico y en paralelo a la danza moderna norteamericana.

El interés de esta modalidad de danza radica en su propuesta de liberar al bailarín de un guión estructurado de movimientos y temáticas naturalistas y ampliar el campo de posibilidades expresivas del cuerpo, potenciando la mímica gestual. Las escenografías tienden a ser despojadas de todo elemento referencial, para apelar a valores simbólicos que favorezcan la indagación en temáticas más abstractas y la representación de estados anímicos. Por otra parte, se refuerzan licencias de carácter formal, como el baile a pie descalzo, los quiebres en los desplazamientos, los movimientos abruptos y las contracciones corporales.

Decisivas para el desarrollo de este movimiento fueron las ideas de Rudolf von Laban sobre las posibilidades expresivas del cuerpo, que lo llevaron a desarrollar un sistema de notación en función de las leyes de la dinámica.

Kurt Jooss y Sigurd Leeder recogieron directamente su influencia y patentaron en sus trabajos un estilo más depurado de estricta disciplina gestual, puesta al servicio de la intensidad expresiva. Estos principios predominaron en la estética de los primeros trabajos del Ballet Nacional, dirigidos por Ernst Uthoff, y moldearon el estilo que adoptarían intérpretes como Patricio Bunster.

Jooss llegó incluso a crear para la compañía el ballet Juventud, donde es posible advertir el influjo de la escuela expresionista.