Calaucán
A fuerza de enarbolar un discurso político, proponer nuevas temáticas y madurar un lenguaje local, Patricio Bunster ganó notoriedad con su segunda coreografía, Calaucán, estrenada el 25 de junio de 1959 junto al Ballet Nacional Chileno en el Teatro Victoria.
Inspirado en los versos del Canto General, de Pablo Neruda, el director se propuso "crear una serie de pequeñas obras que constituyeran una especie de ejercicio histórico", según afirmó en una entrevista concedida poco antes de morir (Cifuentes, María José, Historia social de la danza en Chile, Lom Ediciones, 2007: p. 194).
El título de la pieza es una mezcla de palabras de origen mapuche y aimara: cala significa 'brote' y aucan, 'rebelde'. El nombre del montaje condensa el espíritu que lo anima y denota el ímpetu necesario para mostrar, en 15 minutos, el nacimiento del indio americano del seno de la Madre Tierra, la pugna de la Conquista y el renacimiento de la lucha por la libertad.
La línea de movimientos rescata la iconografía precolombina y refleja el interés por apartarse del lenguaje europeo para apostar, en cambio, por códigos locales, opción que en ese momento resultaba inédita. Su coreografía, si bien exhibe resabios técnicos de la danza expresiva alemana, revela sobre todo la interpretación corporal-realista privilegiada por Bunster. Esto ha llevado a adjudicarle la autoría en la creación de un estilo de danza propiamente americano.
En su debut, la pieza contó con música del mexicano Carlos Chávez y escenografía y vestuario de Julio Escámez. El rol de la Madre Tierra estuvo a cargo de Joan Turner.
Durante los años sesenta, se remontó en Cuba y México y se transformó en la carta de presentación del Ballet Nacional, además de inscribirse en la línea de piezas americanistas que causaban fervor en aquel período.