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Memorias de un Peón-Gañán. Memorias de Benito Salazar Orellana

No te escribo más, Gabrielito, porque si te contara toda mi vida sería de nunca acabar. En el libro de mi vida que tengo escrito hasta la edad de 60 años está explicada mi existencia en este mundo.

Benito Salazar. Carta a su "hijo gringo". Santiago, 13 de abril de 1979.

Mezcla de historia y homenaje, Gabriel Salazar publicó las memorias de su padre Benito Salazar Orellana (1892 - 1984), un peón-gañán, nacido, criado y formado en el corazón del régimen patriarcal y latifundista de Chile Central: la hacienda. Hijo del inquilino Pedro, Benito vivió hasta los 17 años en fundos de la provincia de Colchagua. Emigró a Santiago en 1909 y se dedicó al servicio doméstico, fue chauffeur particular y, por último, instaló un taller mecánico. Se casó con Laura Vergara, con quien tuvieron 9 hijos. Dos de los cuales murieron en la infancia.

Una vez viudo en 1957, Benito Salazar comenzó a escribir las memorias de su vida. Además, desde 1918 hasta 1977, el padre había anotado en sus cuadernos las cuentas de los ingresos familiares. Toda esta documentación es la que compiló el historiador e hijo, Gabriel Salazar.

Al igual que en su texto Ser niño huacho en la historia de Chile, Gabriel Salazar utiliza un lenguaje descriptivo y sencillo y, más bien, deja que la propia documentación sea la protagonista del relato. Tanto los versos como el diario de vida de Benito Salazar permiten al lector conocer no sólo las experiencias personales de su autor, sino que, además, diversos fenómenos de la sociedad de comienzos del siglo XX: el sistema de inquilinaje, la vida de los hacendados, la estructura agraria tradicional, la migración campo-ciudad y, finalmente, las dificultades y los pequeños triunfos de los nuevos habitantes de Santiago de aquella época.