Ayayema

Estrenada en 1964 por el Teatro Universitario de Concepción, Ayayema aborda la realidad del pueblo alacalufe y la brutal colonización del Extremo Sur. El protagonista es Lautaro Edén Wellington, quien recibe ese nombre en honor al toqui mapuche, y sus apellidos, por su lugar de origen, Puerto Edén, en la isla Wellington. Lautaro se presenta como una figura de mediación entre las culturas indígena y blanca, pues conjuga la nobleza y el apego a la tierra de los nativos y la educación de la civilización. La oposición entre ambas culturas es extrema: por un lado, los indígenas son supersticiosos e ingenuos, evaden la confrontación y soportan los abusos y el asedio de los blancos pasivamente; estos, por su parte, encarnan los vicios asociados a la civilización. La polarización es tal que Fernando Cuadra, en su prólogo a la compilación de las obras de la autora, opina que llega a ser inverosímil y que, aunque la explotación haya ocurrido históricamente, debiera haberse matizado en la obra para lograr un efecto de mayor verosimilitud.
Ayayema es un espíritu nocturno y destructor, al que los indígenas temen aún más que a los blancos. La decadencia en que se encuentra la comunidad la identifican con este espíritu y deciden huir en lugar de luchar por su dignidad. Lautaro queda solo e, incapaz de integrarse a ninguna cultura, decide esperar el regreso de los alacalufes en el islote desierto.
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