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Vida y obra de Gabriela Mistral (1933-1989)

La obra que Gabriela Mistral publicó durante su vida produjo reacciones disímiles en el ambiente literario chileno. Del elogio al silencio, algunos momentos de su carrera sirvieron para dar cuenta de esta ambivalente reacción ante su obra y la conflictiva relación que las instituciones literarias, los escritores y la crítica chilena tuvieron con su figura: la premiación de los Juegos Florales en 1914; la publicación en Estados Unidos de su primer libro en 1922, o la obtención del Premio Nacional de Literatura en 1951, seis años después de ser galardonada con el Premio Nobel de Literatura. Según Jaime Quezada (1942-), estudioso de su poesía, "durante mucho tiempo hubo una ausencia muy grande de la Mistral en Chile y mucho silencio en torno a su vida y a su obra. Si hasta hace muy poco aquí apenas se habían editado dos de sus cinco libros" (Quezada, Jaime citado en "Los documentos secretos de Gabriela Mistral". El Mercurio de Valparaíso. 12 de agosto de 2002, p. B1).

A esta recepción ambivalente durante el siglo XX se sumó, además, el foco crítico en sus primeras producciones poéticas, en desmedro del estudio del resto de los libros de poesía que publicó en vida: Ternura (1924-1945), Tala (1938) y Lagar (1954). Según el trabajo de Patricia Rubio -autora de la bibliografía anotada Gabriela Mistral ante la crítica-: "Desolación y 'Sonetos de la muerte' siguen siendo los textos que han recibido la mayor atención, probablemente porque son los que más claramente parecen representar aspectos de su biografía. La vida de Gabriela Mistral ha cautivado la atención de los críticos, tanto chilenos como extranjeros; pero tal fascinación indudablemente ha perjudicado el estudio de su obra y ha afectado el conocimiento de su biografía" (Rubio, Patricia. "Introducción". Gabriela Mistral ante la crítica: bibliografía anotada. Santiago: DIBAM, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1995).

Respecto de esta intersección entre lectura crítica y biografía, entre la década de 1930 e inicios de la de 1990 se publicaron estudios de la obra de Mistral que leyeron su producción literaria en clave biográfica, así como se editaron libros y estudios sobre su vida.

En Chile, la primera biografía acerca de la autora fue publicada por Virgilio Figueroa (1872-1940) con el título La divina Gabriela en el año 1933, por medio de Imprenta El Esfuerzo, más de una década antes de su consagración internacional fruto del Premio Nobel. Hacia fines de la década de 1940, motivados por este acontecimiento en la vida de Mistral y la vida cultural chilena, aparecieron los libros: Biografía de Gabriela Mistral (Santiago: Editorial Tegualda, 1946) de Norberto Pinilla (1902-1946) y Gabriela Mistral: su vida y su obra (Santiago: Prensas de la Universidad de Chile, 1947) de Julio Saavedra Molina (1880-1949).

En las décadas siguientes a su muerte el 10 de enero de 1957, hasta la conmemoración del centenario de su nacimiento, se publicaron en Chile un conjunto de biografías y estudios en los que la dimensión biográfica era considerable, como: Gabriela Mistral, biografía emotiva (Santiago: Editorial Atacama, 1958) de Efraín Szmulewicz; Gabriela Mistral y su sobrino (La Serena: Editorial del Norte, 1978) de Isolina Barraza de Estay (1903-2008); Gabriela Mistral (Santiago: Editorial Lord Cochrane, 1980) de Maximino Fernández Fraile (1937-2020); Gabriela Mistral, genio y figura (Santiago: Editorial del Pacífico, 1981) de María Urzúa (1916-1933); los libros de René Leiva Berríos La señorita Lucila (Los Andes: Ediciones Instituto Alto Aconcagua, 1986) y Maestra por voluntad de Dios (Los Andes: Ediciones Alto Aconcagua, 1988); así como Gabriela Mistral pública y secreta. Truenos y silencios en la vida del primer Nobel latinoamericano (Santiago: Ediciones BAT, 1991) de Volodia Teitelboim (1916-2018).

Paralelamente, en Argentina, se publicaron los libros: Genio y figura de Gabriela Mistral (Buenos Aires: EUDEBA, 1966), de Fernando Alegría (1918-2005); Vida y obra de Gabriela Mistral (Buenos Aires: Editorial Andina, 1967) de Lautaro Silva Cabrera; Gabriela Mistral: campesina del Valle de Elqui (Buenos Aires: Instituto Amigos del Libro Argentino, 1969) de Marta Elena Samatán (1901-1981), y Gabriela Mistral: la maestra del Elqui (Buenos Aires: Editorial Crespillo, 1973) de Marie-Lise Gazarian-Gautier. En Lima vio la luz el libro de Ciro Alegría (1909-1967) Gabriela Mistral íntima (Lima: Editorial Universo, 1969) y en Salamanca, España, Gabriela Mistral y su sobrino español en Petropolis (Salamanca: Imprenta Varona, 1979) de Francisco Caballero Maldini (Rubio, Patricia. "Libros y monografías". Gabriela Mistral ante la crítica: bibliografía anotada. Santiago: DIBAM, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1995, p. 3-30).

Estas biografías y estudios reiteraban -con mayor o menor énfasis- el relato de algunos aspectos y momentos de la vida de Mistral en Vicuña; México; Petrópolis, Brasil, y Santa Barbara, California; así como las referencias a su vida familiar y las experiencias de su infancia. En algunas de estas biografías -además- se dio amplio espacio al amor juvenil, mencionando la figura de Romelio Ureta y, en menor medida, las de Manuel Magallanes Moure (1878-1924) y Jorge Hübner Bezanilla (1892-1964).

Adicionalmente, otro de los aspectos reiterados en estas biografías ha sido el de su maternidad -caracterizada en ocasiones como esterilidad o experiencia frustrada (en las biografías de Julio Saavedra Molina y Lautaro Silva Cabrera, respectivamente)- y, en este sentido, se ha vuelto sobre la relación con Juan Miguel Godoy Mendoza, Yin-Yin (1925-1943), quien estuvo a su cuidado.

Iniciado el siglo XXI, a propósito de la construcción de los relatos biográficos acerca de Mistral, ha existido cierto consenso en las ideas de la mitificación o la invención imaginativa. Para Alejandra Novoa, por ejemplo, "mucho se ha dicho e inventado sobre la vida de Gabriela Mistral" (Novoa, Alejandra. "Bendita mi lengua sea. Diario íntimo de Gabriela Mistral". Humanitas. Número 28, Santiago, primavera de 2002, p. 751); así como para Hernán Soto ha habido "un cierto desdibujamiento de su figura por desconocimiento de su personalidad profunda, que ha complicado a sus biógrafos" (Soto, Hernán. La bendición de la palabra. Punto final. Número 528, 6 de septiembre de 2002, p. 22) o, según el punto de vista de Jaime Quezada, las biografías "siempre están cargadas a cierto mito, a cierta aureola, a una cosa más bien fantaseosa'" (X. P. "Gabriela Mistral cuenta su vida en Bendita mi lengua sea". La Hora de la Tarde. Santiago, 9 de agosto de 2002, p. 11).