Subir

dejó una huella profunda

No hay dudas sobre la labor significativa y precursora que Santos Tornero realizó en el campo editorial chileno. En su libro Historia del libro en Chile, Bernardo Subercaseux destaca al editor como "el patriarca de una familia de imprenteros, libreros y editores, en una época en que estas funciones no estaban todavía bien diferenciadas" (p. 70). Más adelante, el investigador explica que "si los imprenteros alemanes y franceses fueron fundamentales en el adelanto técnico y en la instalación de la infraestructura de imprenta, los españoles lo fueron para la producción y el comercio de libros" (p. 70). La ciudad de Valparaíso fue el lugar propicio para estos esfuerzos pioneros, por cuanto allí convergían los avances tecnológicos y del pensamiento de la época. La labor de Tornero en El Mercurio de Valparaíso fue acorde con esta mirada de avanzada en torno a la circulación de nuevas ideas y la actualización técnica de la industria local, con la adquisición de nuevas máquinas y la apertura del diario a firmas diversas.

Tornero fue un actor fundamental en la profesionalización del mundo editorial que, hacia mediados del siglo XIX, fue afianzándose en Latinoamérica, proceso que contribuyó asimismo a fomentar la actividad cultural y letrada en Chile. La librería La Española incorporó una mayor variedad de títulos al mercado, que hasta entonces se centraba en obras religiosas y de Derecho. Hacia 1849 no había más de cinco librerías en Chile, afirma Subercaseux (p. 73), y Tornero, con sucursales de La Española en Valparaíso, Copiapó, La Serena y San Felipe, fue el artífice de la primera cadena local del rubro.