Quejas de cinéfilos
El espectáculo cinematográfico de la época muda estaba lejos de generar una concentrada apreciación estética de tipo cinéfilo. La gente iba al cine a disfrutar y esto incluía de todo: música de acompañamiento (pianista u orquesta), comentarios en voz alta, aplausos, gritos de admiración frente al galán o la heroína, pifias e incluso canto y baile si la música era contagiosa. Si había una escena anhelada por todo el público, por ejemplo el beso de las "estrellas" protagónicas, el público solía pedir la detención de la cinta y la repetición de la escena en cuestión. Esta espontaneidad en la sala de cine era fuente de quejas por la prensa por parte de espectadores sofisticados que no soportaban que se hablara en voz alta, que se fuera a "pololear", que se comentara la obra, etc. Paradójicamente, fue el cine parlante el que convirtió al espectáculo cinematográfico en silencioso.