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semanario de arte y literatura

En opinión de Enrique Bello, el ambiente cultural chileno hacia 1948 no era más que un montón de cabos sueltos. El propósito de Pro Arte fue unirlos, darles una forma armónica. Las mentes más brillantes del medio artístico chileno y extranjero colaboraron en sus páginas sin mediar retribución alguna más que la certeza de cumplir con la tarea de trascender el mundo en el que vivían. Un mundo en el que, a juicio de Bello, "a la incomunicación creada por la reciente guerra de exterminio y horror, seguía una incomunicatividad intercultural que había que derribar" (Bello, Enrique. "Prólogo", Cofré Troncoso, Miguel. Pro Arte. Santiago: Eds. de la Biblioteca Nacional, 1970. p. X).

Los responsables de Pro Arte gestionaron diversas iniciativas culturales complementarias a la publicación. Así por ejemplo, se creó un coro, un cine-club, una galería de arte y un club de lectores.

La galería Pro Arte, inaugurada en octubre de 1950, abrió sus puertas con una exposición de 125 obras donadas por artistas nacionales, las cuales serían rifadas a 50 pesos cada una con el fin de reunir fondos para el semanario.

El Club Pro Arte, creado en 1952, bajo la dirección de Jorge Jorquera, contó con la participación de María Flora Yánez, Héctor Behm Rosas, Olga Vera, Gonzalo Orrego, Enrique Bello, José Manuel Sánchez, Guillermo Muñoz Cristi, Julio Salcedo, Manuel Vittini, Fernando Barros Fabres, Sergio Carvajal, Camilo Mori, Santiago del Campo, Fernando Barros e Ignacio Hochhausler, entre otros. Este club organizó actividades destinadas "a proporcionar a sus asociados y a los artistas, actos de verdadera jerarquía artística, en el dominio de la música, la literatura, las artes plásticas y la escena".