huachos

La exigencia del matrimonio católico como única forma de engendrar una descendencia legítima, fue generando un problema social de hondas repercusiones identitarias en América: los huachos. Con dicho termino se apelaba a los hijos sin padres conocidos. La palabra proveniente del quéchua huak'cho, y que significa animal que ha salido de su rebaño, fue también utilizada para denominar a quienes no poseían bienes.
A diferencia de los huérfanos, los huachos comúnmente no habían nacido dentro del matrimonio, o muchas veces eran el fruto de las relaciones extramatrimoniales entre hombres casados y otras mujeres, o con sus criadas y esclavas. Sin embargo, dichos hijos en el mundo colonial no siempre eran despreciados por sus padres y podían ser incorporados a las familias como criados, niños de crianza o personas de confianza. Empero, sobre las herencias, tenían prioridad los hijos de las esposas legítimas.
En los siglos XVI al XVIII, era bastante común que las madres criaran a sus hijos sin la ayuda de sus padres, sobre todo por la movilidad laboral de los hombres, como también por la falta de compromiso en relación a algunos de los deberes que implicaba el matrimonio.
Si bien la categoría hijo ilegítimo se estableció a fin de reglamentar la partición de los bienes en las herencias, durante el siglo XIX los hijos ilegítimos fueron sinónimo de deshonra y estigma social. Ser huacho en Chile, se tornó un problema de identidad y de abandono, situación que tuvo una honda repercusión en todos los sectores sociales.
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